Evasión

Jorge Díaz (Carmen Mola) publica 'El espía' en solitario: "Mis compañeros son mucho más salvajes"

Almería, 1952. El asesinato de un hombre de 60 años da lugar a una historia marcada por el espionaje, la intriga y algunos secretos que hasta la primera mitad del siglo XX se mantenían ocultos. Es la que el escritor Jorge Díaz cuenta en El espía (Planeta), una novela que se mueve entre la realidad y la ficción. "Me gustan las novelas históricas, pero también el thriller", avanza el autor, que ahora recibe con los brazos abiertos una nueva etapa en su trayectoria literaria. Tras el lanzamiento de El esplendor, el último libro de Agustín Martínez, llega una nueva obra firmada por un Carmen Mola, disponible en las librerías desde este miércoles, 9 de abril. De nuevo, el crimen está asegurado.

"Habría matado de cualquier manera, y ahora mato poniendo alta literatura. Mis compañeros son mucho más salvajes", bromea Díaz, entusiasmado por haber abordado esta novela por su cuenta. Halaga el talento de sus compañeros, pero deseaba enfrentarse a este reto. "Escribir en solitario ha sido un alivio. (...) He echado de menos el trabajo en equipo, pero necesitaba tomar todas las decisiones". Tras decidir publicar por separado en 2025, los tres novelistas detrás de Carmen Mola decidieron respetar los proyectos de cada uno, sin influenciarse en sus decisiones. "Hemos pactado no consultarnos nada", explica el escritor. Ahora, Agustín Martínez, Antonio Mercero y Javier Ruiz defienden su brillo propio, más allá de ese pseudónimo que tantas alegrías les ha dado. En 2021, Carmen Mola recibió el Planeta de la mano de La bestia.

Un crimen, dos canallas y una idea amasada con el tiempo

El espía, cuenta Díaz, es una novela que ha ido construyendo con el tiempo, a través de la observación y un mar de inquietudes que poco a poco fueron tomando forma. Su origen se remonta a la adolescencia, inspirado por La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza. Por aquel entonces descubrió la Barcelona de principios del siglo XX, en cuyas calles convivían anarquistas, espías y corruptos. Recuerda también el asesinato del industrial Josep Albert Barret, que fue el hilo que le llevó al comisario Brabo Portillo y al barón Ino von Rolland, cerebros del crimen y dos personajes fascinantes que son clave en su libro: "Por fin tenía mi novela obre los dos canallas que había descubierto hacía tanto tiempo".

En la presentación de la novela, Díaz explica que la fuerza del policía, "un personaje fetiche", eclipsaba la figura del espía alemán, pero el autor cambió de perspectiva y decidió darle el protagonismo al escurridizo Isaac Ezratty, judío de Salónica y agente de inteligencia condecorado con dos Cruces de Hierro por sus servicios en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. La pista del espía se perdía en 1949, liberado por los servicios secretos británicos, llega a España, se le entrega su pasaporte y desaparece. En el libro, Díaz rellena los huecos de la historia y arranca con la muerte del protagonista en una playa de Mojácar, tres años después. El asesinato se produce de la mano de tres jóvenes y sus perros de pelea. "Me dan pánico los perros, me parece tan angustioso...", reconoce el autor, que, en un ejercicio de reconocimiento de sus propios miedos se propuso trasladárselos al lector.

Una historia de contrastes

El cuerpo mutilado con el número 12425 tatuado en la muñeca es abandonado en la arena de Mojácar, localidad a la que Díaz le guarda un cariño especial. Insiste en que todo lo que ocurre en este lugar es ficticio, aunque no podía dejar pasar la oportunidad de ubicar el asesinato en el municipio costero. Ambientada también entre Salónica, Barcelona y Buenos Aires, la novela está "llena de constrastes": "Siempre me ha interesado ese momento en el que el pasado no ha muerto y el presente no ha nacido. Ahí se cruzan ideales decimonónicos con realismos del siglo XX". Tras el asesinato, la Guardia Civil envía a investigar al joven cabo Javier Bermejo en una misión en solitario que parece destinada al fracaso y que el autor considera "una novela de iniciación".

Sobre el barón Von Rolland, también conocido como Isaac Ezratty, explica que "traicionó a todo y a todos, incluso a Dios". No obstante, pese a lo atractivo del personaje, no quiso caer en la idealización de su figura. De hecho, reconoce que, a medida que fue escribiendo la novela, el barón le cayó en gracia. "Me gustan los malos que no son de cartón piedra. Los que, incluso sabiendo lo que hacen, siguen caminando hacia el abismo", señala. "Era un seductor, brillante, políglota... te caía bien. Pero yo tenía que conseguir que, al final, el lector supiera que merecía su destino".

Díaz ve en su libro el potencial necesario para que sea adaptado a otros formatos. Le gustaría, de hecho, que llegara a la gran pantalla. Tiempo al tiempo. De momento, no metería mano en el guion. Confía en los profesionales: "No quiero que me consulten nada. Iré al estreno, lo veré y diré: 'Qué horror', pero no me meteré".

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