Opinión

China ha ganado la guerra arancelaria

  • El gigante asiático ha tenido que hacer muy pocas concesiones para lograr el acuerdo
  • Un gravamen del 30% en el lado estadounidense sigue siendo significativo, pero ya parece haber espacio de negociación para que se reduzca al 10%
  • Estados Unidos necesita a China más de lo que China necesita a Estados Unidos
Victoria para China en la guerra arancelaria de contendores ante EEUU
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Los gigantescos puertos de contenedores a ambos lados del Pacífico pueden ser reabiertos. Y las fábricas de toda China pueden volver a trabajar, mientras que Wal-Mart y Target pueden empezar a hacer pedidos de nuevo. Con el acuerdo del pasado fin de semana en Suiza, los aranceles estadounidenses sobre las exportaciones chinas volverán a bajar a niveles manejables, mientras que China reducirá sus gravámenes a las importaciones de Estados Unidos. La economía mundial puede empezar a moverse de nuevo y, lo que es más importante, muy pronto quedará claro que China ha ganado la guerra arancelaria.

El acuerdo anunciado en Suiza por el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessant, parece muy sencillo. Estados Unidos reducirá sus aranceles a las importaciones chinas del 145% al 30%, mientras que China lo hará del 125% a solo el 10%. Por ahora, es solo una pausa de 90, pero ya parece probable que en los próximos tres meses se elabore un acuerdo más permanente. Los mercados bursátiles de todo el mundo celebraron la noticia, con las acciones subiendo en Europa, y se espera que los principales índices de Wall Street suban un 2% o más cuando abran.

Si el acuerdo se mantiene, la "guerra arancelaria" habrá terminado. Claro, un gravamen del 30% en el lado estadounidense sigue siendo significativo, pero ya parece haber espacio de negociación para que se reduzca al 10%. Los fabricantes chinos son tan competitivos y progresan tanto en productividad, que pueden absorber eso sin demasiado daño. En realidad, la relación comercial más importante del mundo entre sus dos economías más grandes puede volver a la normalidad.

El punto más significativo es sin duda este. China hizo muy pocas concesiones para conseguir el acuerdo. No ha abierto su mercado a los gigantes tecnológicos estadounidenses, ni ha acordado enviar menos productos a través del Pacífico, ni comprar más aviones o productos farmacéuticos de Estados Unidos, ni reducir sus intentos de entrar en industrias de mayor valor, desde la automotriz hasta la inteligencia artificial y la aeroespacial. En cambio, el presidente Donald Trump ha analizado el impacto potencialmente devastador que tendría en la economía cortar las importaciones chinas de Estados Unidos y ha parpadeado. No estaba preparado para capear el inevitable repunte de la inflación, ni la probable recesión.

Para China, eso es claramente una victoria. Estados Unidos necesita a China más de lo que China necesita a Estados Unidos. A medida que eso quede claro, Estados Unidos no reiniciará la "guerra" en el corto plazo, y China puede reanudar su plan a largo plazo de convertirse en la economía dominante del mundo.

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