
A las opciones que ofrece su economía, la isla que preside Raúl Castro podría convertirse, tras el deshielo hace diez meses de sus relaciones diplomáticas con Washington, en un escaparate para sus turistas y en un trampolín desde el que las firmas españolas podrían saltar a EEUU y a los países del Caribe. Descárguese aquí gratis la revista 'Franquicias y emprendedores' de elEconomista.es
El futuro de la economía cubana sigue siendo todavía incierto, sin embargo, todo apunta a que la economía de la isla mejorará a medida que mejore su entendimiento con su vecino estadounidense.
De momento, la reapertura de embajadas en ambos países, el levantamiento de las restricciones para viajar a Cuba desde EEUU y la salida de la isla de la lista del Gobierno de Obama de países patrocinadores del terrorismo son buenos presagios y podrían ser la antesala de una apertura del comercio en Cuba. Si así fuera, las marcas que operen en el país caribeño no sólo tendrán la opción de desarrollarse localmente, sino de encontrar en la isla un escaparate en el que desvelar sus encantos ante la multitud de turistas que podrían llegar a Cuba.
Turistas entre los que a buen seguro se encontrarían los procedentes de EEUU, tras más de cinco décadas alejados de lo que en los años treinta fue su paraíso vacacional. Turistas que luego volverían a su país de origen y podrían servir de gancho para aquellos productos y artículos que hayan visto, probado o descubierto en Cuba. De ser así, las franquicias que operan en Cuba podrían tener ante sí un mercado de más de 500 millones de consumidores en EEUU. No sólo eso. Podrían también emprender una segunda conquista de América, especialmente en los países bañados por el mar del Caribe.
Ante este telón de fondo, las marcas franquiciadoras españolas podrían tener ante sí una triple oportunidad de expansión: en Cuba, en el Caribe y en el gigante norteamericano. De ahí que Xavier Vallhonrat, presidente de la Asociación Española de Franquiciadores, sostenga que "es un buen momento para estar en Cuba, para ver qué se puede hacer y con quién; para ver qué opciones reales tiene allí la franquicia".
Turismo y hostelería
Opciones que a su juicio estarían especialmente vinculadas al sector del turismo y al de la restauración. Si en la primera categoría serían las cadenas hoteleras y todos los negocios que puedan implantarse dentro de los hoteles, como los gimnasios, las tiendas de moda o los centros de belleza y estética, las que sacarían el mayor provecho, en la segunda serían aquellos conceptos de restauración que tengan que ver con la cultura de los cubanos y den rienda suelta a sus costumbres de pasar mucho tiempo en la calle para relacionarse entre sí.
En esa lista Vallhonrat estima que podrían aparecer cadenas españolas con negocios consagrados a, por ejemplo, servicios de cafeterías y yogurterías. "Una de las ventajas que tiene Cuba para la franquicia es que muchas partes de su cultura no están lejos de la cultura española", sostiene Vallhonrat, para quien otro punto fuerte de la isla para nuestras marcas reside en que comparte el mismo idioma con España.
Sea por estas o por otras razones, ya son cinco las empresas españolas que franquician que hasta el momento han decidido instalarse en la isla caribeña. Entre todas suman un total de 31 establecimientos operativos y, según datos de la Asociación Española de Franquiciadores, de esos 31 locales, 26 pertenecen a la cadena hotelera Sol Meliá, dos a Mango, uno a la firma de pinturas Eurotex, uno a la de impresión Paviprint y otro a la de copistería y papelería La Repro.
Aunque por zonas geográficas, La Habana sería la primera apuesta lógica de cualquier marca franquiciadora que quisiera implantarse en la isla, Xavier Vallhonrat recuerda que junto a la capital cubana hay otras ciudades susceptibles de ser interesantes a la hora de hacer negocios en Cuba. Es el caso de Santiago de Cuba, en la parte más oriental de la isla, y de Trinidad y Cienfuegos, en su parte Sur.
Ahora bien, pese a las posibilidades que el país del cacao y de la caña de azúcar presenta para las marcas españolas, el presidente de la Asociación Española de Franquiciadores advierte que lanzar una franquicia en Cuba no está exento de riesgos. Para empezar por la todavía situación económica y comercial del país donde cualquier sector de actividad sigue estando controlado por el Gobierno; para continuar porque, debido precisamente a esa situación, no es fácil determinar qué tipo de cargas irán asociadas a la puesta en marcha y funcionamiento del negocio.
Falta de cultura franquiciadora
Otra de las problemáticas que Vallhonrat identifica en Cuba es la falta de cultura de franquicia que hay en el país. "En Cuba está aún todo por hacer y la franquicia no va a encontrar así como así un caldo de cultivo sobre el que crecer. La gente en Cuba no está esperando el desarrollo de la franquicia porque en la mayoría de los casos no sabe ni siquiera lo que es", advierte.
De ahí que entre sus recomendaciones, el presidente de la AEF crea conveniente que las enseñas franquiciadoras que quieran ver en Cuba una oportunidad de desarrollo y expansión se lancen primero a testar el mercado, a sembrar y a investigar sobre qué tipo de segmentos y bajo qué formatos pueden ser interesantes.
Pese a que un juicio al respecto pudiera ser prematuro, Xavier Vallhonrat se aventura a decir que en Cuba probablemente las inversiones que más tirón tengan cuando el mercado nacional se liberalice serán aquéllas que en España llamamos de bajo coste (low cost).
En cuanto al modo de entrar en el mercado cubano con una franquicia, Vallhonrat aconseja a cualquier firma española que quiera hacerlo, independientemente del sector en el que opere, que lo haga una vez haya hecho sus tareas de rastreo para ver qué opciones reales de negocio hay para ella y no antes de disponer de un negocio propio con el que comprobar hasta qué punto gusta o no su propuesta de servicio o producto/s.
"Creo que la mejor forma de entrar en Cuba es con la puesta en marcha de un local propio para ver qué pasa. Y si no, con una joint venture creada junto a una empresa local, conocedora del comercio cubano, o de la mano de un masterfranquiciado. En cualquier caso, si yo fuera una marca española que quisiera ver las opciones de franquiciar en Cuba no me quedaría esperando en España que me llegasen peticiones de replicar allí mi negocio", matiza Vallhonrat.
Entre otras razones, el presidente de la AEF ha explicado a esta publicación que no se quedaría a la espera de esas peticiones porque, salvo que sus cálculos le fallen, en Cuba habrá una avalancha de marcas estadounidenses. " Cuba no es un mercado para enloquecer, pero creo que merece la pena estar ahí, ver qué se cuece, qué opciones y qué oportunidades hay, saber cómo negociar y cómo encontrar la rendija por la que se puede entrar antes de que lo hagan otros. Cuba es una isla apetecible para muchos y un destino en el que comercialmente hablando hay muchos que quieren entrar desde hace años", concluye.