
El gigante de internet Google, propulsor del cambio en internet y responsable, a partes iguales, de maniobras cada vez más insoportables de abuso de posición de dominio, sigue inyectando los fondos de sus accionistas en proyectos de ultratecnología que quieren transformar nuestro mundo.
Con el mesianismo tecnológico como motor y el ansia de inventar un mercado, abrirlo de cuajo y explotarlo en solitario al más puro estilo de Tyrell Corporation (Blade Runner), Omni Consumer Products (Robocop), o Lexcorp (Superman, entre otros) como meta, los fundadores de Google han encontrado una nueva frontera: nuestro cuerpo. Google, contra la muerte.
Después de catalogar casi todo lo que puede ser de interés para el urbanita medio o los servicios secretos occidentales, desde farolas hasta correos electrónicos, pasando por las fotos de su boda, la mega corporación trabaja ahora en un proyecto que pretende utilizar particulas de escala nanométrica (un metro, dividido en un millon de partes iguales) para curar el cáncer.
Se trata de un proyecto de investigación más entre las decenas que, con menos publicidad y probablemente con menos medios, buscan ese objetivo y otros parecidos. Pero éste tiene a favor el músculo inversor de un mastodonte que quema cada trimestre centenares de millones de dólares en I+D: 2.665 millones sólo en el último trimestre.
Y de momento, poco más. No en vano, Google ha anunciado este martes por primera vez este proyecto, que intentará crear nanopartículas magnéticas que puedan introducirse en el cuerpo del paciente mediante una píldora (inserte aquí las referencias a Matrix usted mismo) y ser dirigidas de forma remota, y por simple magnetismo, hasta el foco de los tumores.
Los propios impulsores del proyecto reconocen que no habrá resultados concretos hasta, al menos, dentro de cinco años, y anticipan posibles conflictos de tipo social. Entre los obstáculos técnicos quizá el mayor no sea hacer que las partículas respondan a sus creadores, sino identificar qué tipo de recubrimientos son los apropiados para que se adosen a las células cancerígenas y las eliminen.
Hasta aquí las buenas noticias
El problema es que ni siquiera el músculo de Google parece suficiente para atacar a una de las enfermedades que más preocupan en el primer mundo. Andrew Lo, del MIT, calcula que sería necesario un único empujón de 30.000 millones de dólares para crear una familia de fármacos que ayuden a combatir el cáncer por la vía convencional: en múltiples frentes y con tratamientos diferenciados para cada tipo.
Si falla con el cáncer, Google podría usar en todo caso las nanopartículas para monitorizar la salud de los usuarios de forma contínua y remota, como recuerda The Wall Street Journal y como afirman expertos con experiencia en este campo de investigación.
Así que volvemos al tema favorito de la mega corporación: la privacidad. Pero los consumidores de la píldora magnética pueden estar tranquilos, más o menos. Sirvan para lo que sirvan las nanopartículas, Google sólo va a vender la tecnología a las empresas que quieran usarla, y serán ellas las que conozcan al detalle los datos médicos del usuario y las responsables de de garantizar el secreto de los expedientes de los pacientes vigilados o tratados con las nanopartículas. Tranquilizador.