Tras las elecciones autonómicas de Galicia y el Pais Vasco, los resultados han sido los previstos. Al parecer no modifican las posturas egoístas, intransigentes y mezquinas de todos los políticos.
Llevamos diez meses de gobierno en funciones y existen tres partidos, PP, PSOE y Podemos que desde sus posiciones numantinas son incapaces de pensar que se hallan en sus lugares de trabajo para dedicarse al bien común de los españoles. Dejo al margen a C,s ya que ha sido el único que se ha comportado de un modo europeo. El PP pretende dejar en manos de los ciudadanos que le resuelvan su problema e ir sumando diputados elección tras elección. Nuestro correoso presidente, Mariano Rajoy, incansable al desaliento, pretende seguir como presidente a pesar de que muchos de los problemas que hoy tenemos se los debemos en parte a él, tales como el tema catalán, la corrupción, la reforma de la administración pública, incluida la de justicia, la financiación de las autonomías, el control de las empresas financieras y tantos otros. Si es nuestro nuevo presidente todo seguirá como hasta ahora pero más inestable y frágil. Si el PSOE continúa dirigido por Pedro Sanchez seguramente quedará reducido a un partido testimonial a largo plazo.
Los ciudadanos contemplamos desde hace me3ses a los políticos como seres ajenos a toda realidad que no sea la suya. Les observamos como personas que nos utilizan para sus propias batallas, para sobrevivir, como algún partido en Cataluña, o bien para conquistar el poder. Los problemas que aquejan al país y a sus ciudadanos pueden esperar, pueden agravarse, ya que lo único importante es el poder y conseguirlo a costa de cualquier otra consideración. Es mejor gobernar un país pobre, en declive que alejarse del poder y habitar un país rico y bien dirigido por otros que no sean los nuestros.
Hace poco tuvimos un ejemplo de un modo de actuar de los políticos británicos. Al dia siguiente del referéndum sobre el brexit, el primer ministro dimitió, dimitió el líder del partido que defendía la salida de Gran Bretaña de Europa y dimitió el representante de Gran Bretaña en Bruselas. Aquí los políticos no dimiten, los echan y aún así a medias, como Rita Barberá que le dejan conservar el escaño en el Senado, aunque no lo obtuvo por elección ciudadana ya que fue designada por el PP.
La política en España está en crisis y no son las instituciones, ni las normas las que no funcionan, son los políticos las personas incapaces de mirar más allá de sus egoísmos, los culpables de esta situación, los que no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, ni adaptar las instituciones a ellos.
Muchos de nuestros ciudadanos nos preguntamos si nos encontramos más cerca de nuestro nefasto siglo XIX que del siglo XXI.