
Frente a ese aforismo tradicional que califica al dinero de cobarde, desde estas líneas venimos manteniendo que más que cobarde el dinero es prudente. Y desde esa virtud de la prudencia los inversores analizan tres factores básicos para elegir el destino de sus inversiones y la generación de empleo: la estabilidad política, la seguridad jurídica y la rigidez del mercado laboral, con el añadido de la competitividad fiscal. Elementos todos ellos que hoy brillan en España por su ausencia, con las previsibles consecuencias de aplazamiento o retirada de proyectos empresariales y negocios en nuestro país.
Con datos de la Secretaría de Estado de Comercio vemos que la inversión extranjera en España se ha desplomado en el primer trimestre de este año, con una caída del 45,3% hasta sumar apenas 4.067 millones de euros, la cifra más baja desde 2021 y 3.372 millones menos que en enero-marzo de 2024, en plena tormenta de escándalos judiciales y denuncias de corrupción que rodean al gobierno y al PSOE. Un descenso no sólo sustancial sino inquietante que se suma a la caída del 27,2% que experimento la entrada de capital exterior en nuestro país durante el año pasado en el que la inversión extranjera productiva -la que crea empleo y riqueza- se elevó a sólo 17.614,6 millones de euros, 6.565,3 millones menos que en 2023 y la cifra más baja desde 2020.
Especialmente destacable es la huida de las inversiones procedentes de EEUU que, entre enero y marzo han sido de sólo de 652 millones de euros, con una caída interanual del 53%, 744 millones menos y que se suma al descenso de 40,7% registrado en el conjunto del año pasado. Hundimiento que viene a confirmar que España ha dejado de ser un aliado sólido y fiable para el gigante norteamericano, no sólo en el terreno político sino también en el ámbito económico, y cuyo último exponente ha sido la decisión la firma estadounidense Broadcom de renuncia al proyecto de construcción de una planta de microchips en España tras romper las conversaciones con el gobierno. Datos estos que vienen a corroborar el, también reciente, informe del Instituto de Estudios Económicos (IEE) en el que este organismo vinculado a la CEOE alertaba de caída de España en términos de confianza empresarial como destino de las inversiones extranjeras, que se ha traducido en la pérdida de posiciones nuestro país en el Índice Kearney de Confianza para la Inversión Extranjera Directa.
En concreto, en 2025 se ha producido un deterioro de la posición de España en este índice, colocándose ahora en el puesto 11 de 25 países, frente al noveno puesto que teníamos en 2024 con una pérdida de valoración del 13%. Pero lo más preocupante, en palabras de Gregorio Izquierdo, director general del IEE, es que "por primera vez en los últimos cinco años hemos salido de la élite de los 10 países más atractivos del mundo para invertir".
Porque, además de la evidente inestabilidad política y de la creciente inseguridad jurídica en España se acumulan también problemas derivados de la insuficiente protección de los derechos de la propiedad con un crecimiento significativo de la ocupación ilegal de la vivienda. Existe, además, una excesiva complejidad regulatoria con excesivas cargas burocráticas y la falta de competitividad fiscal.
Como resaltaba el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, durante la clausura de la Asamblea General de la organización empresarial, la confianza es la base de una economía abierta, la desconfianza es una bomba que acaba con todo, deteriora la confianza y ahuyenta la inversión. Pero la economía no funciona con corrupción, falta de estabilidad política e inseguridad jurídica. Y esto pasa en un país con más de 3,7 millones de parados reales, que lidera el desempleo de la UE y el paro juvenil, y está en el furgón de cola de la productividad de los países industrializados.
"Qué nos dejen trabajar" reivindicaba el presidente de la CEOE. "Que nos dejen trabajar y que no sigan creando inseguridad jurídica por intereses partidistas. Pues eso, que si desde las administraciones y el gobierno no quieren o no saben ayudar que, al menos, no molesten.