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Especial Día del Agua

El Pirineo perderá sus glaciares en 15 años si el calentamiento global no frena

  • La criosfera, que es la superficie de la Tierra donde el agua se encuentra en estado sólido debido a las bajas temperaturas, se ha reducido en promedio 87.000 kilómetros cuadrados por año entre 1979 y 2016. Esto se debe al aumento de las temperaturas 
Foto de archivo del Glaciar de Monte Perdido (Pirineo aragonés)
Judith Arrillaga

Los glaciares son una de las principales víctimas del cambio climático y el calentamiento global. El incremento de las temperaturas está aumentando la velocidad de deshielo que sufren. Esto coloca la protección de las zonas glaciares como una estrategia primordial para la supervivencia de sus habitantes, de los ecosistemas naturales y la de biodiversidad.

Es por esto que este 2025 se celebra por primera vez el Día Mundial de los Glaciares el 21 de marzo dentro del contexto del Día Mundial del Agua que se celebra anualmente el día 22 de marzo. Con esta nueva cita en el calendario, las Naciones Unidas buscan concienciar sobre la importancia de proteger las zonas glaciares del planeta, que están muy expuestas a las subidas del nivel del mar a causa del deshielo. La pérdida de la Antártida Occidental, por ejemplo, incrementaría el nivel del mar uno o dos metros.

Para la institución internacional es esencial seguir tres líneas de actuación en este campo: reducir las emisiones de carbono, la gestión sostenible del agua de deshilo y, por último, la adaptación al retroceso glacial mediante actuaciones locales.

Si estas tres actuaciones, entre otras, no resultan eficaces, la pérdida de masa glaciar supondrá cada vez más un riesgo, no solo para las zonas de proximidad, sino también en las más distantes. En España, por ejemplo, desde 2011 los glaciares pirenaicos –los únicos que hay en todo el país– han perdido 63 hectáreas de hielo y los 24 que había entonces ya solo quedan 15. Si no se consigue frenar los efectos del cambio climáticos, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) estima que, con el aumento de las temperaturas registrado en los últimos años, podrían desaparecer por completo en 10 o 15 años.

Unos efectos que ya son visibles. El glaciar del Aneto, el más grande de España, entre 1981 y 2022 perdió 30 metros de grosor, lo equivalente a un edificio de 10 alturas. Solo en 2022 su grosor disminuyó tres metros, la mayor pérdida hasta el momento. Un dato que es realmente alarmante, sobre todo, si se tiene en cuenta que el hielo se encuentra cada vez en cotas más altas donde las temperaturas son más bajas durante todo el año, lo que llevaría a pensar que el deshielo debería producirse a un ritmo más lento.

"Están condenados a desaparecer y no se puede hacer absolutamente nada"

Algo muy parecido ocurre con el glaciar Monte Perdido, también ubicado en el Pirineo central. Este 2025 ha entrado oficialmente en la Global Glacier Casualty List, también conocida como lista de víctimas climáticas, elaborada por la Universidad de Rice (Estados Unidos). Se trata de un registro internacional que recoge todos aquellos glaciares irreversiblemente dañados o en proceso de desaparición.

Glaciar de Monte Perdido
El Glaciar de Monte Perdido ha entrado en la lista de víctimas climáticas

Pese a que la situación parece muy dramática, no es del todo correcto culpar al ser humano. "Los glaciares que quedan en los Pirineos son de menos de 2 kilómetros cuadrados. En el siglo XIX tenían justo 20 kilómetros cuadrados, se han reducido a la décima parte. De aquí a 20 o 30 años van a, prácticamente, desaparecer o a quedar reducidos a unos neveros muy pequeños. Pero hay que tener claro que vivimos en una época interglaciar, es decir, en una época cálida. Aunque no estuviera el hombre sobre la tierra esos glaciares habrían desaparecido también, pero más lentamente. Digamos que el hombre con las emisiones de gases de efecto invernadero lo que ha hecho es agilizar esa pérdida. Pero todos esos pequeños glaciares habrían desaparecido por completo sin el hombre sobre la tierra", explica a elEconomista.es Francisco Navarro, director del Grupo de Simulación Numérica en Ciencias e Ingeniería e investigador principal en glaciología de la Universidad Politécnica de Madrid.

Una situación que en el Pirineo es irreversible, aunque se lograra frenar de golpe las emisiones de CO2. "Aunque tuviésemos emisiones 0, el problema que tenemos es que el dióxido de carbono tiene un tiempo de vida muy largo en la atmósfera, a lo mejor 170 años. Los glaciares que se encuentran en latitudes más bajas como los Alpes o los Pirineos están condenados a desaparecer y no se puede hacer absolutamente nada", afirma.

El 88% están en la Antártida

La desaparición de los glaciares de los Pirineos prácticamente no va a tener impacto sobre el nivel del mar al tratarse de muy poco volumen de agua. Sin embargo, esto no significa que a nivel internacional la situación no sea preocupante. La criosfera, que es la superficie de la Tierra donde el agua se encuentra en estado sólido debido a las bajas temperaturas, se ha reducido en promedio 87.000 kilómetros cuadrados por año entre 1979 y 2016.

La correlación entre el ritmo de derretimiento de las grandes masas de hielo del planeta y las emisiones de gases efecto invernadero es ya innegable. Incluso en un escenario optimista de bajas emisiones para el año 2100, la masa glaciar disminuiría un 25%. Este porcentaje aumentaría hasta el 54% en los peores pronósticos, según recoge un estudio dirigido por investigadores de la ETH de Zúrich, publicado en The Cryosphere.

Glaciar en Groenlandia partido por la mitad
Glaciar en Groenlandia partido por la mitad

Pese a que lo primero que viene a la mente cuando se piensa en glaciares es la Antártida o Groenlandia, no son estos los que más expuestos están a la subida de las temperaturas. Su gran volumen de hielo hace que sean más resistentes. "En la actualidad hay unos 270.000 pequeños glaciares, como los que te encuentras en los Alpes, y suponen en volumen de hielo más o menos el 1% de todo el hielo que hay en glaciares, Groenlandia es el 11% y el 88% restante es la Antártida. Y, sin embargo, ese 1% está contribuyendo hoy en día a la subida del mar más que la Antártida y Groenlandia juntas", relata Navarro.

Hay que tener en cuenta que, pese a que la alarma por la situación que atraviesan es real, la realidad es que parece muy difícil que tanto la Antártida como Groenlandia acaban desapareciendo como consecuencia del cambio climático. "La Antártida tiene como 30 millones de años, eso quiere decir que ha pasado por épocas glaciares e interglaciares y ha sobrevivido. No es previsible para nada que desaparezca, sería tremendo, el nivel del mar subiría 60 metros", tranquiliza el experto. Hay que tener en cuenta que tanto la Antártida como Groenlandia todavía conservan hielo más antiguo que la última época glaciar y eso significa que han sobrevivido a épocas muy cálidas, como la actual.

Entonces, ¿qué se puede hacer?

La gran mayoría de los países del mundo llevan años trabajando para frenar los efectos del cambio climático. En 2015 pactaron el Acuerdo de París que, entre otras cosas, recoge reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de la temperatura global en este siglo a 2°C y esforzarse para limitar este aumento a incluso más de tan solo el 1,5°C.

Pese a que este acuerdo entró en vigor en noviembre de 2016 y fue ratificado por 193 países prácticamente la totalidad de los países existentes, la realidad es que desde entonces los avances que se han realizado apenas han tenido impacto. El año 2024 fue el más cálido registrado en el planeta y el primero en el que se superó en conjunto un aumento de 1,5 grados. "El nivel de emisiones no ha bajado y la concentración de CO2 en la atmósfera sigue subiendo, estamos en el nivel más alto del último millón de años. Se han dicho muchas cosas, pero los países no se han puesto las pilas ni han implementado apenas medidas", alerta el investigador de la Universidad Politécnica de Madrid.

Glaciar Perito Moreno (Argentina)
El Glaciar Perito Moreno, en Argentina, es uno de los más grandes del mundo

Para Navarro hay que trabajar, sobre todo, en dos vías: frenar las emisiones y extraer el CO2 que hay en la atmósfera. "Hay que avanzar en lo que llaman geoingenieria. Medidas para, por ejemplo, extraer carbono de la atmósfera y convertirlo en rocas carbonatadas. También hay empresas donde están ya haciendo modelos de captura de oxígeno, o sea, una especie como de filtros. Básicamente, coges aire de la atmósfera y lo filtras para capturar el dióxido de carbono. Pero es un tema que complejo, que incluso hoy en día hasta consume energía. La eficiencia que tiene es muy pobre", detalla Navarro.

También hay estudios que apuntan a la posibilidad de inyectar CO2 en el subsuelo a varios kilómetros de profundidad en zonas donde hay rocas porosas para que estas lo almacenen. Pero se trata de investigaciones en fases muy preliminares. "Hay que seguir investigando en esas líneas: métodos de captura del carbono para ser capaces de reciclarlo", matiza.

Hay que tener en cuenta que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera y otros gases de efecto invernadero es una de las principales causa del deshielo glaciar ya sea bien porque está aumentado la temperatura del planeta o bien porque los océanos absorben el 90% del calor terrestre, un hecho que afecta al derretimiento de los glaciares marinos ubicados, sobre todo, en las zonas polares y en las costas de Alaska.