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La residencia de Amavir La Gavia reivindica a Mark Twain en el día del libro

  • Residentes, trabajadores, familiares y amigos participan en la lectura de Diario de Adán y Eva
Uno de los participantes, durante la lectura en la residencia Amavir La Gavia.
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Si Mark Twain levantara la cabeza… Si el autor del Príncipe y el mendigo o Las aventuras de Tom Sawyer hubiera visto como los residentes de la residencia Amavir la Gavia teatralizan en el Día del Libro los avatares de Adán y Eva en el Edén, si el escritor estadounidense levantara la cabeza, seguro que pensaría que su obra Diario de Adán y Eva bien mereció la pena. Los críticos del momento la consideraron de hereje; los mayores de la residencia la han rescatado para darle el aplauso que se merece. En el Día de Libro, pese a disfrutar en su mesa el menú cervantino de El Quijote, han cambiado la obra del hidalgo caballero por esta divertida pareja, origen del mundo.

Una apuesta valiente en la que todos los residentes, familiares y trabajadores han querido participar. La sala estaba llena y los aplausos resonaban cada vez que María o Carmen o Pedro leían ante un micrófono que imponía. "Me he puesto nerviosa" dice una anciana tras leer ese momento en el que Eva descubre el fuego. A su lado, su compañera de mesa la tranquiliza. "Lo has hecho muy bien, mujer", asegura. "Yo no puedo leer, no veo bien. Pero sí oigo y lo has hecho muy bien". Una silla de ruedas detrás otra, con bastón, con oxígeno… el elenco de actores no podía ser mejor.

"Todos lo habéis hecho muy bien", dice la directora de la residencia, María Vázquez. A su lado, la terapeuta ocupacional Patricia Serrano, se muestra emocionada. Han trabajado mucho para hacer de éste un día muy especial. "Nuestra casa tiene seis unidades de convivencia. Los residentes de cada planta han elegido un libro para llamar así a su planta". Por ejemplo, Ana no desayunará en Duero sino en El Principito. Pedro pasa de Olmos al Diario de Noah o Nieves ya no dormirá en Canarios, si no en Romeo y Julieta. La idea, la iniciativa, viene precisamente de Nieves González. La periodista y escritora, entre las más jóvenes de la residencia, ha encontrado en los libros su refugio. Es su manera de enfrentarse a la esclerosis. "No se puede mirar atrás", dice la autora de 'Madrid. Patio de butacas', un libro donde describe la llegada del cinematógrafo al Madrid de finales de siglo XIX.

La directora fue la encargada de presentar junto a Nieves y romper el silencio con la primera lectura de Eva, cuando ella describe la luna. "Ojalá tuviésemos 5 o 6. No me iría nunca a la cama, nunca me cansaría de mirarlas, acostada sobre la hierba". Desde su llegada a la residencia, y con un equipo de grandes profesionales, ha apoyado las actividades culturales "que fomenta el trabajo en grupo y favorece el funcionamiento del cerebro ", apunta.

Nieves se ha preparado bien su guion. Periodista de raza, de calle, de las que buscaba la noticia y abría portadas, sonríe. Sus nuevos compañeros de viaje están allí, con ella, haciendo de este un día espacial.

Cuando acaba la lectura, cuando Adán dice "Allí donde estuviera ella, estaría el Edén", todos aplauden y alguno llora. De fondo, amenizando la tarde, el sonido del teclado de Juanjo García Carretero. Si Mark Twain levantara la cabeza…

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