Periodista económico
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Como las musas de los maestros Serrat y Sabina “que unas huyen y otras se descojonan”, así se posicionaron sobre Pedro Sánchez sus colegas de la OTAN. Que unos, como el alemán Merz o el polaco Tusk, le repudiaban y otros como el belga De Weber o la italiana Meloni, se guaseaban, con el colofón de un Donald Trump que proclamaba sin disimulos que “hay un problema con España”, mientras amenazaba con duplicar los aranceles para nuestro país.

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Comentábamos recientemente en estas mismas líneas como la agonía del régimen sanchista, de prolongarse, puede hacer un daño irreparable a España, a la economía y al empleo porque la seguridad jurídica y la estabilidad política son elementos esenciales para el crecimiento de la economía, para la empresa, la inversión y la creación de empleo y en la España de hoy ambas condiciones brillan por su ausencia.

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El último informe trimestral del Banco de España, adelantado por el gobernador, José Luís Escrivá, dibuja ya un escenario más pesimista sobre la economía española que se traduce en un recorte de tres décimas en la previsión de crecimiento de nuestro PIB en 2025, hasta el 2,4%, que caerá a sólo un 1,8% en 2026. Un enfriamiento de la economía que el supervisor atribuye fundamentalmente a las políticas arancelarias de EEUU que derivará en la menor aportación del sector exterior. Elemento importante sí, pero no el único ni, probablemente, el principal.

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Con toda la inmundicia que vamos conociendo de amaños en obras públicas, financiación irregular, cobro de comisiones, cloacas, fontaneros, colocación de amigas sexuales y otras corrupciones varias. Y con un presidente del gobierno acorralado por los informes judiciales y de la UCO, que tiene a su mujer investigada y a sus hermano procesado por presuntos casos de corrupción en los negocios y tráfico de influencias, a su fiscal general a punto de sentarse en el banquillo y a sus más directos colaboradores imputados, en cualquier democracia plena cualquier presidente y cualquier gobierno democráticos habrían dimitido o convocado a los ciudadanos a las urnas para salvaguardar la dignidad personal y la del cargo. Ejemplos hay, por mucho menos como el de Antonio Costa en Portugal.

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Con toda la inmundicia que vamos conociendo de amaños en obras públicas, financiación irregular, cobro de comisiones, cloacas, fontaneros, colocación de amigas sexuales y otras corrupciones varias. Y con un presidente del gobierno acorralado por los informes judiciales y de la UCO, que tiene a su mujer investigada y a sus hermano procesado por presuntos casos de corrupción en los negocios y tráfico de influencias, a su fiscal general a punto de sentarse en el banquillo y a sus más directos colaboradores imputados, en cualquier democracia plena cualquier presidente y cualquier gobierno democráticos habrían dimitido o convocado a los ciudadanos a las urnas para salvaguardar la dignidad personal y la del cargo. Ejemplos hay, por mucho menos como el de Antonio Costa en Portugal.

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Me pongo a pensar, y no puedo cambiar. Que culpa tengo yo, amigo dímelo. Será que lo que a mí me gusta es ilegal, es inmoral, o engorda". Viene a mi memoria esta letrilla de la canción de Roberto Carlos, en vista de la profusión de fontanería, cloacas y fango que envilecen la política española y que afectan directamente al PSOE y al gobierno con su presidente al frente. Un Pedro Sánchez al que recién elegido secretario general del PSOE un destacado dirigente del Grupo Socialistas del Congreso definía en julio de 2014 como un personaje "sin programa y sin proyecto, sólo tiene ambición. Es capaz de vender a su padre, vender al partido y vender España con tal de conseguir sus ambiciones". Que ya entonces venía precedido de reconocida fama de advenedizo y arribista siendo un secreto a voces el plagio de su tesis doctoral. Reputación que no tardó en confirmar cuando en 2016 perpetró un fraude y un pucherazo durante la reunión del Comité Federal del PSOE convocado para relevarle de la secretaría general instalando una urna escondida y camuflada tras un biombo para que nadie garantizase las mínimas garantías democráticas.

Un gobierno arrollado por los escándalos de corrupción económica y política que enfangan al entorno familiar del presidente y a altos cargos del gobierno y del partido, que ha perdido la iniciativa y el relato, y a la vista de los audios, revelaciones y actuaciones de los fontaneros todo parece indicar que también la moralidad y la decencia, recupera ahora el comodín de la vivienda con nuevas improvisaciones demagógicas que ni sirven ni resuelven.

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Un mes más, y van… tenemos que hacer referencia a los datos del paro registrado que en mayo el gobierno nos vende como un mes récord en el empleo acompañado de un descenso del paro que baja de los 2, 5 millones de personas por primera vez en 17 años. Pero a riesgo de ser reiterativo seguiremos insistiendo hasta que nos cuenten la verdad. en que las estadísticas del SEPE tienen más cocina que las encuestas del CIS de Tezanos y que en mayo récord sí, pero de maquillaje.

No voy a decirles eso de que con el fango pestilente que hoy inundan a La Moncloa y al PSOE cualquier presidente y gobierno democráticos habrían dimitido y llamado a las urnas. Y no lo digo porque, aunque ejemplos hay y muy recientes en Europa, aquí en nuestra Celtiberia Show que diría el maestro Carandell, falla la premisa fundamental, el gobierno, su presidente y cargos señalados del partido demuestran con su comportamiento y proceder que no son demócratas, ni piensan, ni actúan como tales.

Confirmando la gran distancia que existe entre las Musas de las previsiones del Gobierno y del FMI sobre la economía española y el Teatro de la realidad de los ciudadanos, las familias y las empresas de este país, el Banco de España anunciaba hace unos días que el crédito al consumo se ha disparado durante el primer trimestre de este año, subiendo un 20% hasta 10.656 millones de euros, la cifra más alta desde 2008 en los albores de la crisis financiera. Un aumento espectacular que lejos de ser una buena noticia como algunos interpretan certifica que el triunfalismo artificioso del Gobierno sobre las optimistas previsiones del crecimiento nominal del PIB no se corresponden con la realidad económica, social y laboral de un país que vive inmerso en eso que los economistas definen como la recesión silenciosa. De hecho, lo que demuestra este crecimiento del crédito al consumo es que los españoles no se endeudan para invertir, para crear empleo o generar riqueza. Se endeudan por falta de liquidez para compras domésticas, para reformas en la vivienda, para poder ir de vacaciones o, lo que es más grave, para poder devolver créditos anteriores.