Economía

La 'cárcel' de los 1.000 yenes sume a los restaurantes de ramen en una crisis sin parangón en Japón

  • Las quiebras aumentaron más de un 30% en el último año por la inflación
  • Considerada una comida rápida, el cliente rechaza pagar más de ese precio
Plato servido en Ichiran Ramen, uno de los restaurantes más famosos de Japón. Foto: Alamy

Las quiebras de los restaurantes de ramen en Japón aumentaron más de un 30% en el último año, una cifra récord que se enmarca en un contexto de aumento del precio de las materias primas necesarias para elaborar un de las comidas más características de la gastronomía nipona y de la mano de obra, alzas difíciles de trasladar al precio final ante unos comensales poco abiertos a pagar más de 1.000 yenes por este planto de comida rápida.

En 2024, 72 restaurantes de ramen quebraron en Japón al tener una deuda igual o mayor a 10 millones de yenes (60.880 euros), lo que supuso 19 casos más que el año anterior (+30%), y el 30% de de los locales abiertos actualmente opera con pérdidas.

Al aumento de las materias primas y la mano de obra se suma el encarecimiento de la electricidad a causa de la inflación, que asestó el golpe definitivo para muchos negocios. En concreto, el coste medio de las materias primas que se utilizan en el ramen -una sopa con fideos acompañada normalmente de carne cerdo y algas, entre otros ingredientes- aumentó en 2024 más de un 10% en comparación con 2022, según la información estadística del país.

La cuestión es que trasladar ese aumento de los costes al precio final no es fácil en un país donde el ramen se considera una comida rápida y es la opción elegía por la mayoría de trabajadores para el descanso de mediodía. Y, por tanto, la opción de lograr beneficios se desvanece.

Hay una especie de barrera psicológica que lleva a los comensales a rechazar pagar más de 1.000 yenes (unos 6 euros) por tazón, y eso tirando por lo alto. La media nacional del precio de esta comida se mantiene por debajo de los 700 yenes (4,26 euros) precisamente por la vigencia de la imagen del ramen como una comida de diario.

Así, un 61,5% de los negocios vieron reducidos sus beneficios en 2023 -un 33,8% estaban en números rojos y un 27,7% tuvieron un rendimiento deteriorado-, el segundo nivel más alto en los últimos 20 años, solo por detrás de 2021, un año donde todavía coleaban las consecuencias de la pandemia.

La paradoja es que pese a estos números preocupantes, la demanda de ramen está en aumento porque es un plato clave de la gastronomía nipona, muy exitoso entre los turistas.

No sólo los restaurantes de ramen se enfrentan a la letalidad de la inflación. Los bares conocidos como izakaya -donde se reúnen amigos para comer y beber- quiebran a un ritmo incluso más rápido que durante la pandemia; al cambio de estilo de vida que propició la crisis sanitaria se une ahora una subida de precios que hace que los consumidores reduzcan el dinero que dedican a socializar. Según datos de la compañía Teikoku Databank recogidos por Efe, entre enero y noviembre de 2024 quebraron 203 de estas tabernas niponas superando la cifra de 189 que lo hicieron en 2020 como consecuencia de la pandemia.

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