Economía

El fondo soberano de Trump: un plan con muchas fisuras... y que nadie sabe cómo se va a financiar

  • EEUU no cobra apenas impuestos del petróleo y sus cuentas están en déficit
  • El Congreso es el único que puede permitirle financiarlo... y no tiene votos suficientes
Donald Trump, en la Casa Blanca. Foto: Reuters

Hace un mes, Donald Trump anunció la puesta en marcha de un plan para crear un fondo soberano en EEUU. El presidente parece haber escogido ya al que sería su gestor si esa idea sale adelante: JR Gibbens, un antiguo empleado del Pentágono que trabajaba en una oficina de inversiones estratégicas. Pero el trecho para convertir esa idea en una realidad es muy largo y difícil, y sus planes actuales podrían acabar en los tribunales por ser anticonstitucionales. ¿Por qué?

Lo primero es saber qué es un fondo soberano. Este tipo de instituciones son una fórmula para que países con un exceso de dinero inviertan esos fondos sobrantes en empresas, para conseguir que todo el capital excedente que tienen hoy se convierta en una fuente de beneficios a largo plazo. Los países con la oportunidad de hacer esto suelen ser de dos tipos: o países petroleros que obtienen por su venta mucho más dinero del que su propio Estado puede gastar, como Arabia Saudí, Catar o Noruega; o países con una balanza comercial muy favorable que ingresan muchos más dólares de los que necesitan, como China o Irlanda. Si los fondos se gestionan bien, podrán seguir ingresando dinero cuando dejen de vender petróleo o su balanza comercial deje de ser tan favorable, compensando la caída de los ingresos públicos que supondrá el cierre de esos grifos.

Y aquí aparece el principal problema de EEUU: el país no cumple ninguna de las dos condiciones. El petróleo de EEUU que se produce en terreno privado no paga impuestos específicos y el que se produce en suelo público apenas paga un impuesto del 18,5%. Esas cifras están a años luz de otros países: Noruega cobra un 78% de impuesto a la producción de petróleo, Arabia Saudí cobra entre un 50% y un 85% y Catar cobra al menos un 35%.

Si miramos el otro escenario, EEUU también se queda corto: su balanza comercial es negativa, por dos motivos positivos. Por un lado, al ser uno de los países más ricos del mundo per cápita, sus ciudadanos consumen mucho más de lo que produce el país, lo que requiere de importaciones. Y, además, el hecho de que el dólar sea el activo refugio hace que sean los otros los que quieran invertir allí. La balanza comercial y la financiera son dos caras de la misma moneda: recortar el déficit en bienes supone también recortar el superávit en inversiones extranjeras que recibe. Y no está claro que una cosa sea mejor que la otra.

La clave, al final, es que los países hacen fondos soberanos porque sus estados ingresan tanto dinero que registran superávits fiscales continuos. Pero EEUU tiene un déficit que ronda el 6% del PIB y una deuda pública que supera el 123% del PIB, y creciendo. Y los presupuestos proyectados por el Partido Republicano implicarían recaudar menos dinero aún, con bajadas de impuestos por valor del 1,5% del PIB, compensados con mucha más deuda. Por hacer un símil: una persona con una hipoteca, que tira de la tarjeta de crédito para los gastos corrientes, y que está pensando pedir otro préstamo para comprar un coche y reformar el salón, difícilmente tendrá dinero de sobra para invertir.

Los planes de Trump

En su orden ejecutiva, Trump afirmó que quiere hacer un fondo soberano para dedicar sus beneficios a "objetivos estratégicos" y "recortar los impuestos a las familias". Es posible que haya visto los fondos de los países petrolíferos del Golfo Pérsico, con los que tiene una gran relación, y haya pensado que EEUU, que tiene tanto petróleo o más, debería tener lo mismo. Pero EEUU ya decidió hace décadas qué hacer con su riqueza petrolera y la respuesta fue muy diferente a lo que dijeron en Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos: cobrar pocos impuestos para bajar los precios e incentivar el consumo.

La solución alternativa de Trump ha sido proponer que el dinero procedente de los aranceles vaya a dicho fondo. Pero aquí hay un problema: los aranceles son impuestos sobre los ciudadanos estadounidenses y la ley establece que todos los impuestos que cobre el Gobierno deben ir a la 'caja común' del Tesoro, para que sea el Congreso el que decida qué hacer con ellos. En otras palabras: Trump no puede decidir usar el dinero de los aranceles por orden ejecutiva para una cosa u otra, igual que no puede decretar a qué debe ir dirigido el dinero del IRPF. El propio secretario de Comercio, Howard Lutnick, ha rechazado esa idea esta misma mañana.

Al final, cualquier fondo soberano que vaya a ser financiado con impuestos debe contar con la aprobación de una mayoría cualificada del Congreso, lo que implica el voto favorable de los demócratas. Y es poco probable que la oposición acepte destinar el presupuesto público a invertir en un fondo dirigido a cumplir las prioridades políticas de Trump mientras, a la vez, los republicanos aprueban recortes gigantescos al gasto en sanidad pública o en las ayudas alimentarias para las personas de menores ingresos.

Así, como muchas otras propuestas de Trump, la idea de un fondo soberano es una idea que en teoría puede sonar muy positiva, pero que en la práctica es muy difícil de implementar, y probablemente sea una respuesta equivocada a los problemas que sufre EEUU. Todo dependerá de si las personas al cargo de llevar adelante esa idea logran cuadrar el círculo y encontrar una forma de ponerla en marcha, o si dejan que duerma el sueño de los justos en un cajón.

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