
El Ministerio de Economía, Comercio y Empresa envío a última hora de este miércoles a Bruselas el primer informe de progreso anual en el que hace un seguimiento de los compromisos adquiridos en el Plan Fiscal Estructural del pasado octubre. El texto hace un repaso de las reformas llevadas a cabo, como el reglamento de extranjería, y las que están todavía en curso como la de la incapacidad temporal. No obstante, el Gobierno también adjunta una actualización de las previsiones macroeconómicas, para las que esta vez sí ha tenido en cuenta el efecto de una aplicación "progresiva y equilibrada" de la reducción de la jornada máxima a 37,5 horas, según detallan fuentes próximas al departamento.
El cuadro se detiene a señalar cómo espera el Gobierno que evolucionen los salarios y en consecuencia, el poder adquisitivo de las familias de aquí a 2028. "En materia de precios y salarios se espera una estabilización de la inflación a niveles contenidos y una notable ganancia de poder adquisitivo de los salarios a lo largo del horizonte de previsión" apunta el ministerio. En concreto, espera que la remuneración que percibe cada asalariado crezca un 2,9% en 2026, un 2,24% en 2027 y un 2,6% en 2028, cuando de acuerdo con los tiempos que maneja el Ejecutivo ya se habría implementado en su totalidad la medida de Yolanda Díaz.
El Ministerio de Economía espera que esta evolución supere a la que seguirán los precios, si bien, contrasta con las cifras anotadas en los años anteriores, de intenso crecimiento de los salarios a través de la negociación colectiva y también, impulsados por las subidas del Salario Mínimo Interprofesional. La previsión es que este 2025 los sueldos aumenten un 3,7% de media mientras el último dato del IPC apuntaba a que los precios lo estaban haciendo de media un 2,2%. En 2024 y 2023 lo hicieron un 5% y un 5,8% respectivamente, por lo que a medio plazo se dibuja un escenario de moderación que viene explicado tanto por la evolución de la inflación como por el efecto que tendrá el recorte del tiempo de trabajo a la hora de abordar esta conversación en los convenios.
Sin embargo, la revalorización de los sueldos que perciben los trabajadores no son la única variable que impulsa los salarios. En los últimos ejercicios se ha identificado que la intensa rotación de trabajadores, sobre todo en sectores con dificultades para encontrar mano de obra formada los ha impulsado. Es por ello que el Ministerio apunta que la remuneración de los asalariados en términos generales avanzará más rápido que la variable por trabajador. En concreto lo hará un 5,3%, un 4,6% y un 4,7% en los tres próximos años, después de haber crecido más de un 9% en 2023.
El departamento de Carlos Cuerpo proyecta una ganancia de poder adquisitivo del 0,4% mientras hasta 2028. Esta sería más reducida que la anotada entre 2018-2024 que ascendió al 0,9% como consecuencia de que los sueldos, forzados por los incrementos del salario mínimo interprofesional (SMI), compensasen parte de la pérdida anotada en el año 2022 como consecuencia de la crisis de inflación derivada de la invasión rusa de Ucrania en los años posteriores, con importantes subidas.
Más allá de esta previsión, lo cierto es que el rumbo que van a tomar los salarios entre 2026 y 2028 es a día de hoy una incógnita, puesto que la patronal y los sindicatos todavía no han iniciado las conversaciones para desarrollar el nuevo Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, en el que las dos partes fijan los consensos de mínimos que tienen que sirven como guía para la negociación de convenios en todo el país. Las fuentes consultadas apuntan que la mesa debería abrirse en los últimos meses de este año, pero admiten la dificultad de hacerlo antes de que se despejen las dudas sobre cuál va a ser la jornada que tendrán que aplicar los sectores hasta 2028. El último pacto, firmado en mayo de 2023 fijaba un incremento del 4% para el primer año y alzas del 3% para 2024 y 2025, que podían ser revisadas en un punto porcentual si la evolución de los precios superaba esta referencia.
Las consultas realizadas a las empresas apuntan a que los problemas de falta de mano de obra parecen no disiparse en algunos sectores, pese al alivio que ha supuesto en otros la llegada de grandes cantidades de inmigrantes que han permitido un empuje de las cifras de empleo, por lo que parece que seguirá siendo una variable que impulse la remuneración. Si bien, las empresas, en especial las de pequeño y mediano tamaño, tienen el foco puesto en cuál será la evolución que experimente el SMI después de acumular un alza del 61% desde el año 2018.
El Ministerio de Trabajo ha iniciado en las últimas semanas una mesa de negociación sobre la transposición de la directiva de salarios mínimos en la que plantea referenciar este umbral al 60% del salario medio, lo que según los expertos daría pie a una subida automática anual. No obstante, la pretensión del ministerio es conservar el papel del comité de expertos nombrado por Yolanda Díaz que en los últimos años ha venido señalando –en 2024 no lo hizo– cuál tendría que ser el incremento para mantenerse en este nivel del 60% del salario medio y que UGT defiende que todavía no se ha alcanzado. Trabajo también se comprometió a revisar en esta mesa los complementos salariales para determinar cuáles no pueden ser absorbidos.