Economía

La productividad por trabajador sigue tres décimas por debajo de 2019 en pleno debate sobre la jornada

  • BBVA Resarch y Fedea señalan que sería necesario un avance para compensar el alza de costes laborales
  • Dudan de que vaya a mejorar la conciliación ya que dependerá de cómo decida aplicarla cada empresa
La vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

La productividad opera como la principal 'piedra en el zapato' del mercado laboral español tras la intensa creación de puestos de trabajo desde la crisis de la pandemia. El inicio de 2025 se ha visto marcado por una nueva caída del PIB aportado por cada trabajador (-0,3%) según los datos de Contabilidad Nacional publicados por el INE y corregidos de las variaciones estacionales y del efecto calendario en el Observatorio Trimestral que elaboran BBVA Research y Fedea. "Si medimos la productividad por persona ocupada, la productividad por trabajador está tres décimas por debajo del nivel anterior a la pandemia del IV trimestre de 2019" explicaba el responsable de Análisis Económico, Rafael Doménech, que subrayaba la importancia de este dato por ser el más ligado a los salarios.

Esta variable está en el centro del debate sobre la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, debido a que tantos los agentes sociales como los diferentes centros de investigación llevan meses intentando avanzar cuál va a ser el efecto de la ley que se encuentra ya en tramitación en el Congreso de los Diputados sobre la productividad. El propio Ministerio de Trabajo se ha aferrado a la mejora de la productividad como uno de los argumentos para justificar la reducción de la jornada laboral desde el punto de vista económico, sin embargo, los investigadores de Fedea echan en falta una mayor concreción y referencias de peso para justificar esta norma.

El problema es que el análisis deja resultados diferentes en función de cómo se decida medir la productividad, como admitían los investigadores en la presentación llevada a cabo este viernes. "La comparación con otros países es sensible a cómo medimos la productividad. El PIB por hora trabajada ha aumentado un par de puntos respecto a 2019, lo que si dividimos entre cinco años no llega a medio punto al año. Si medimos la productividad por persona ocupada, la productividad por trabajador está tres décimas por debajo del nivel anterior a la pandemia" explicaba Doménech. El organismo de BBVA mide esta última variable como la productividad aparente de los factores productivos e interpreta que la caída del último medio año viene dada por la reducción del cómputo de horas trabajadas.

No obstante, en opinión de estos expertos, el análisis agregado deja un balance negativo para España puesto que de un lado, la productividad por trabajador no crece y esta es precisamente la variable que el sector empresarial anticipa que se va a ver deteriorada por la ley de reducción de jornada. Del otro, el avance de la productividad por cada hora trabajada es moderado lo que consideran especialmente preocupante en medio de un ciclo expansivo en el que esta podría servir como palanca para sumar entre 1 y 1,5 puntos más adicionales al PIB anual.

Además, entienden que será preciso revertir esta evolución si finalmente se aprueba la reducción del tiempo de trabajo máximo por ley, dado que las empresas tendrán que encontrar la forma de compensar el aumento de los costes laborales unitarios que implica recortar la jornada y mantener el salario. "El impacto sobre el PIB es ligeramente inferior en términos agregados al efecto negativo sobre la creación del empleo y por tanto hay un pequeño avance de la productividad que es lo que necesitas para compensar el aumento del coste laboral. Esto lo que nos lleva es a insistir en que hay dos formas de reducir la jornada de trabajo, la buena es mediante la negociación colectiva y el diálogo social dejando que los avances de la productividad vayan a aumentos salariales y a la reducción de la jornada, y la mala" resumía Doménech.

Los economistas también han expresado sus dudas sobre los efectos de esta norma acerca de la conciliación. El profesor José Ignacio Conde-Ruiz recordaba que la modificación de la jornada laboral máxima no tiene por qué traducirse en que los trabajadores pasen menos horas al día en su centro de trabajo, puesto que son las empresas las que deben decidir luego cómo adaptarse a la nueva regulación y pueden, por ejemplo, extender el tiempo destinado a la comida en media hora, por lo que se mantendría la misma hora de salida.

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