
Desde la pandemia han cambiado el cómo y el dónde los trabajadores acuden a las oficinas, y en muchos casos también les ha hecho plantearse cuándo y porqué deberían considerar el trabajo como su primera opción. De acuerdo con la Oficina Nacional de Investigación Económica, entre 2019 y 2022 el número de horas dedicadas a trabajar por los estadounidenses descendió en 33 horas al año de media, por cabeza.
Los índices de renuncias laborales crecieron un poco durante la pasada década, algunos factores traídos por la pandemia (teletrabajo, el agotamiento, el temor de los ciudadanos). Estos han llevado a la gente a plantearse qué aportan y qué obtienen de sus ocupaciones profesionales.
"Hay una sensación creciente de irritación con aquellas tareas del trabajo que no añaden valor a nuestras vidas. Se toleran mucho menos estas cosas ahora, y cada vez tienen menos miedo de decir: 'No queremos perder el tiempo'", explica el profesor de dirección de empresas de la Escuela de Dirección UCL de Londres, Anthony Klotz.
Una mentalidad pospandémica
Este asegura que, antes de la irrupción del virus, la gente aceptaba pequeños contratiempos en sus jornadas, como tiempos de desplazamiento largos, o como reuniones de dos horas. Pero esto se debía a que los mismos no conocían otra manera de trabajar que la que tenían por aquel entonces, y por tanto no podían hacer una comparativa para escoger qué les resultaba preferible.
Cuando la gente se vio obligada a trabajar desde casa durante meses, y algunos durante años, la situación cambió. Muchos se dieron cuenta de que con ello podrían lograr un mejor equilibrio entre su trabajo y el resto de su tiempo, así como ser más eficientes a lo largo de cada día. Según el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, sustituyeron el tiempo de ida y vuelta de la oficina por actividades tales como ejercicio físico, tareas del hogar o el cuidado de sus hijos.
Cuando la gente finalmente comenzó a volver a la oficina, esta nueva mentalidad ya estaba consolidada, con sus expectativas y hábitos nuevos. "Según he notado, el consenso general es que la gente está alegre por volver a realizar sus trabajos en las oficinas, pero no tienen mucha tolerancia con cualquier cosa que se salga del esquema usual. Por ejemplo, si alguien les obliga a acudir a la oficina cuando no toca, o a acudir a una reunión presencial, estos piensan que 'Ya puede ser importante'", argumenta Klotz.
Una nueva concepción sobre el tiempo
El coste elevado de la vida actual, así como la inflación, han hecho que el valor que la gente le da al tiempo sea también más elevado. Por su parte, la popularidad creciente de los trabajos secundarios ha hecho considerar a muchos que pueden convertir el tiempo en dinero con facilidad.
Por ejemplo, una encuesta hecha a 2.000 trabajadores en diciembre de 2022, la plataforma en línea para servicios independientes Fiverr indicaba que hasta el 73% de los estadounidenses planea realizar trabajos remunerados por cuenta propia a lo largo de 2023.
"Si tu jefe en tu empleo principal te pide hacer horas extra, entonces podrás calcular qué valor tiene ese tiempo adicional, simplemente comparándolo con el tiempo dedicado a un empleo secundario o a un proyecto autónomo", comenta Klotz.
¿Qué han hecho las empresas?
Klotz contactó con varios directores ejecutivos y responsables de distintas empresas en Estados Unidos. Descubrió que muchos de ellos se plantean cada vez más la cuestión de cómo asegurarse de que sus trabajadores tienen una vida plena fuera del trabajo, a la vez que siguen cumpliendo con sus obligaciones.
Es por preocupaciones como estas que muchos empleadores escogen alternativas como las pruebas con semanas laborales de 4 días, como días libres de reuniones, estrategias para ahorrar tiempo, o viernes de jornada reducida. Sin embargo, el propio Klotz cree que esta tendencia creciente a dedicar cada vez menos tiempo al trabajo no remitirá en el corto plazo.
Klotz finaliza: "El mercado laboral permanece apretado, y ello significa que los trabajadores en la mayoría de industrias cuentan con gran poder. Y junto a esa capacidad se encuentra también la libertad para cambiar de prioridades, lo que para muchos se traduce en cuestionarse su forma de ver y de valorar sus ocupaciones profesionales".