
El verano de las carreteras secundarias, del coche a rebosar de maletas y los destinos nacionales. No nos referimos a los años 60 sino a nuestro futuro más próximo: el estío de 2020. El coronavirus ha forzado un revival nostálgico por el que apuestan ya los países más afectados por el impacto económico y social de la pandemia. La idea de los cheques de vacaciones lanzada por Italia viene a cristalizar un antiguo recuerdo para hacer de la necesidad, virtud.
La idea de generar un mayor consumo interior de cara al verano está calando en algunos países europeos, especialmente, los más afectados por el impacto del coronavirus. Italia fue el primer país en poner sobre la mesa la idea de un cheque de vacaciones para los ciudadanos con menos recursos, destinado a favorecer el turismo en el país. Hace unos días, este incentivo ha quedado aprobado y bautizado bajo el nombre de bono vacanze, bono vacacional.
El Gobierno de Giuseppe Conte destinará hasta 500 euros por familia para canjear en hoteles y albergues italianos este verano. Se beneficiarán de ello los hogares con ingresos que no superen los 40.000 euros anuales; 300 euros para las parejas sin hijos y 150 para los solteros.
Francia se sumó ayer a la iniciativa italiana con el anuncio de unos cheques para poder salir este verano por las carreteras secundarias galas y redescubrir el país. Sus beneficiarios serán dos colectivos, principalmente: por un lado, funcionará como subsidio para los franceses con menos recursos, aquellos que están sufriendo de modo más grave la crisis del COVID-19. Por otro, está concebido como premio para los grupos que han luchado contra el coronavirus en primera línea: los sanitarios, los servicios de limpieza, transporte, distribución y alimentación.
No se han hecho públicos más detalles, además de que se idea una cofinanciación entre el Estado y las regiones francesas. El adelanto, procedente del secretario de Estado de Exteriores, Jean-Baptiste Lemoyne, quedó revestido de un aura de nostalgia con la referencia a una canción mítica gala, Quitter l'autoroute (Dejar la autopista), que en los años 90 alentaba a redescubrir el país por sus rincones menos transitados y más apartados de las redes viarias neurálgicas.
España, pese a estar dentro del tridente europeo de las naciones más golpeadas por la crisis, el asunto de las vacaciones y del turismo permanecen en la incertidumbre. Por el momento, los visitantes que lleguen a nuestro país tendrán que guardar una cuarentena de 14 días, lo que complica que el territorio español sea considerado como destino del verano de 2020. El turismo interior se apunta también como el flotador del sector, aunque el Gobierno no ha aprobado ningún tipo de incentivo directo o indirecto para que los ciudadanos salgan de veraneo.
Andalucía lleva semanas esgrimiendo la necesidad de seguir los pasos de Italia, y ha propuesto una bonificación para los andaluces que salgan de vacaciones dentro de la región que podría extenderse como medida a implementar en todo el país. El vicepresidente de la Junta y consejero de Turismo, Juan Marín, trasladó la idea en abril al Gobierno, tras juzgar el plan de Italia de "fantástico" como revulsivo del turismo 'de casa'. En Andalucía avisan de que esta comunidad autónoma lo sacará adelante para sus ciudadanos si el Gobierno central no se anima a articular un instrumento así, que podría incluso trasladarse a una desgravación en la declaración de la renta.
Volviendo a Europa, resulta singular el caso de Polonia. Pese a ser uno de los países europeos menos afectados por la pandemia gracias a su rápida reacción -cerró fronteras y decretó límites a la movilidad de las personas con los primeros casos diseminados en la UE-, ha lanzado también un cheque vacacional para las familias de una cuantía de 235 euros para gastar en viajes dentro de su territorio.