
Una auténtica 'fiebre' recorre Wall Street sin llamar especialmente la atención. Con todos los focos posándose en la Inteligencia Artificial y el potente rally de las tecnológicas, pocos han reparado en que hay un conjunto de valores que está viviendo una euforia comparable: la industria nuclear. La energía basada en la fisión de los átomos se encuentra ante un momento totalmente trascendental en su historia, donde puede aspirar a un rol mucho más preponderante en los sistemas energéticos mundiales y, en particular, en EEUU. De hecho, diversos expertos están apuntando a un importante periodo de expansión en las centrales para asumir una demanda energética renovada.
Muchos analistas consideran que no se vive una situación tan importante para el sector desde 1973. En aquel momento la OPEP emergió de la nada, arrastrando a la recesión a todo Occidente con un embargo por la guerra de Yom Kipur. Con el precio del crudo duplicándose, Nixon anunció un plan histórico para que EEUU llegase a las 1.000 plantas nucleares en tres décadas, convirtiéndose totalmente autónomo tan pronto como en 1980. El crudo volvió a fluir y EEUU se ha convertido en uno de sus principales productores. La opción nuclear se diluyó y EEUU solo cuenta con 94 centrales.
Aunque es el país que cuenta con más plantas y mayor producción (95.835 megavatios) del mundo, el 18% de su producción eléctrica, esta fuente de energía ha quedado en un segundo plano. De hecho, venía en retroceso desde el pico de 112 reactores. En cualquier caso, esto supone mucho más que un gigante de la nuclear comercial como Francia que es el segundo en liza y que tiene una capacidad de 61.370 megavatios y 56 centrales, seguido de China, con 52.181 megavatios con 54 plantas.
Sin embargo, los planes de EEUU hacia la transición energética y su preparación para una economía menos dependiente de los combustibles fósiles lo han cambiado todo. Ahora el sector no solo cree que ya no estará en un proceso de retroceso hacia otras energías (solar, eólica… etc) sino que anticipan que se vivirá un claro proceso de crecimiento los próximos años. Esto ha provocado que algunas de las principales estrellas del S&P 500 sean grandes candidatos a convertirse en los adalides 'verdes' de una nueva era nuclear en EEUU. No en vano, el ETF que recoge al sector en su conjunto, VanECk Uranium+Nuclear Energy, sube un 23% en lo que va de año.
A pesar de que Nvidia es el gran líder del S&P 500 con alzas del 86,74% en lo que va de año, muy cerca se encuentra Constellation Energy, con avances del 82,32%. En el podio de Wall Street este 2024 también está NRG Energy con un avance del 59%. Empezando por el primero, Constellation, con una capitalización de 67.000 millones de dólares y casi 14.000 empleados, es un titán especializado en la energía eléctrica y el gas natural, con dos millones de clientes en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de que la diversificación pueda llevar a error, la realidad es que es el mayor titán nuclear en todo el país y esa es su principal fuente de negocio.
La firma posee y opera la mayor cartera de centrales nucleares de todo Estados Unidos con 19.000 megavatios bajo su gestión y quince plantas. Es decir, la potencia energética que genera su negocio de fisión supera a todas las demás ramas en su conjunto, con la fósil, hidroeléctrica, solar y eólica aportando entre todas unos 15.000 megavatios. Es por ello que el gigante nuclear de Baltimore se ha disparado al calor de la apuesta nuclear del país.
El mercado nuclear es uno muy fragmentado en el que muchos actores muchas veces son empresas energéticas más pequeñas que ni siquiera tienen la propiedad completa de una planta. A pesar de que Constellation es su dominador, seguido de Duke Energy y Vistra, la realidad es que se trata de un mercado totalmente atomizado. Firmas eléctricas como Entergy, Harbor Corporation o incluso instituciones públicas como ocurre la planta de Tennessee o Carolina del Norte, cuentan con presencia en alguna planta.
"Ambos partidos, la opinión pública y los clientes, apuntan a un apoyo fuerte y creciente a la industria nuclear en las próximas décadas"
En sus últimos resultados, Joe Domínguez, presidente de la compañía, explicaba que se encuentran en la 'pole position' para liderar el negocio de la transición energética gracias a la energía nuclear. "El producto más valioso del mundo es la energía limpia y ninguna empresa está mejor posicionada para cumplir esa promesa tiene más capacidad nuclear limpia". En ese sentido, Domínguez incidía en que "ambos partidos, la opinión pública y los clientes, apuntan a un apoyo fuerte y creciente a la industria nuclear en las próximas décadas".
Esta euforia 'atómica' ha permitido a Constellation emitir el primer bono corporativo verde que incluye esta energía, por un valor de 900 millones de dólares y con el que pretenden expandir su industria. Su flota nuclear ha pasado a generar en el primer trimestre 45.291 gigavatios hora frente a los 42.463 gigavatios del año anterior. Un importante crecimiento que es la gran esperanza de su negocio. De hecho, la estrategia de la firma es incrementar la producción nuclear en 135 megavatios en el muy corto plazo mejorando sus plantas actuales en un proceso a medio plazo para agregar 1.000 megavatios de capacidad gracias a las mejoras en 14 centrales.
Vistra Corporation, propietaria de cuatro plantas y unos de los principales agentes del sector (6.400 MW) también es una de las grandes sorpresas bursátiles gracias a esta euforia, con alzas de un 142%. El segundo titan 'nuclear' más grande del país sube a un ritmo menor con una subida del 6,58% este año debido a su presencia también es gas natural y otras fuentes de energía.
Por su parte, NRG Energy es otra empresa diversificada que, con una gran cartera de proyectos carbón y gas natural, que, tras salir de su último proyecto nuclear en marcha en 2023 (vendiéndoselo precisamente a Constellation) ahora espera volver a crecer en esta área gracias a la transición carbón-nuclear que Biden quiere poner en marcha y a un nuevo programa de "pequeños reactores nucleares asequibles" con los que, a pesar de no operar plantas, esperan poder dominar un nuevo segmento. La idea es llevar estas 'baterías nucleares' a zonas remotas. "Un ejemplo es el norte de Canadá donde los reactores refrigerados son ideales para la calefacción o suministrar energía a la industria local", explica Geert-Jan de Haas, director del programa nuclear de la firma.
La 'transición' nuclear de EEUU
A pesar de que EEUU no tiene un programa tan ambicioso como China y no hay un gran objetivo de nuevas plantas, hay un factor clave que está ilusionando especialmente a los mercados, las plantas de carbón. Actualmente, hay cerca de 217 plantas de carbón funcionando, una situación que desde la administración Biden creen que choca fuertemente con sus planes de transición. Es por ello que la Casa Blanca está favoreciendo que los estados cambien sus plantas de esta energía contaminante por reactores nucleares. "La transición del carbón a la energía nuclear puede reducir significativamente el coste de la construcción de nuevas plantas, al tiempo que crea puestos de trabajo bien remunerados y mejora la salud pública", afirmaba el Gobierno de EEUU en un comunicado sobre sus planes nucleares.
De la mano de esta medida desde el departamento asegurar que "EEUU ha adoptado medidas fundamentales para establecer el liderazgo nuclear en términos mucho más amplio". Entre las medidas que propone Biden destaca "evitar cierres de las fábricas existentes, financiar reactores avanzados, simplificar el proceso de concesión para nuevas plantas" además de fomentar la transición de plantas de carbón a nucleares. Por su parte, también quiere "establecer una cadena de suministro avanzada que asegure que las inversiones liderados por el gobierno cristalicen en una expansión sin precedentes de la capacidad comercial de uranio en EEUU".
"Tras 30 años con la demanda eléctrica en caída o estancamiento, la nación necesitará el equivalente a 34 nuevas plantas nucleares en cinco años"
Estas medidas se suman a las ya propuestas en el 'Inflation Act', en el que apoyaban proyectos para ampliar la generación nuclear. Uno de los últimos y más llamativos ha sido el anuncio de la restauración de la central de Covert Township, Michigan y que ha vuelto a rehabilitarse con una inversión de 1.520 millones de dólares. "Aumentar rápidamente el acceso a fuentes de energía limpias y de confianza, incluía la energía nuclear, es algo alcanzable e imperativo" defendía el departamento de Energía.
Además, estas medidas no parecen verse comprometidas por las elecciones de EEUU que se resolverán en noviembre. A pesar de que Trump no tiene el mismo enfoque con las políticas climáticas y no hace mención a la nuclear en su programa electoral y lo apuesta todo a una potente expansión de los pozos petroleros y de esquisto en EEUU, la nuclear comercial entra dentro de uno de los pocos consensos bipartidistas.
Donald Trump llegó en 2019 a un acuerdo con la oposición para simplificar la legislación de las plantas, mejorar su acceso a financiación y facilitar la concesión de licencias. Además en la recta final del mismo realizó una inversión pública de 1.325 millones de dólares en construir proyectos de energía nuclear a pequeña escala. El magnate neoyorquino consideraba "estratégico" el desarrollo de esta industria. De hecho, desde Atlantic Council explicaban en un informe con el nombramiento de Biden que esperaban que este "siguiera con la línea de apoyo a la energía nuclear, porque es algo que ha ido demasiado lejos para retroceder".
Todos estos factores han llevado a los expertos de GME a estimar que esperan que el mercado de la energía nuclear en EEUU crezca a un ritmo anual del 4,8% hasta 2027. Y es que desde la propia Agencia de la Energía Federal explicaban en un reciente informe que "después de 30 años con la demanda eléctrica en caída o estancamiento, la nación necesitará el equivalente a 34 nuevas plantas nucleares o 38 gigavatios de este tipo de energía, para asumir la demanda generada por nuevos edificios electrificados, los coches eléctricos los centros de datos". Ahora todo depende si finalmente la energía nuclear se convierte en uno de los pilares de la transición energética estadounidense o si un gas y crudo baratos vuelven a tumbar la pujanza de los 'titanes de la fisión' como ocurrió en la pasada década.