
Es complicado hacer balance de un año tan difícil, en el que la pandemia del SARS CoV-2 ha golpeado de forma global a todos los países y en todos los sectores de las diferentes economías.
En Merlin Properties decidimos actuar rápido, con un criterio esencialmente moral, de forma solidaria con nuestros clientes y transparente con el mercado: en cuanto pudimos medir los efectos probables de la pandemia en nuestro negocio lo comunicamos y adoptamos las medidas necesarias para proteger nuestro balance y nuestra cuenta de resultados.
El sector que más ha sufrido ha sido el de centros comerciales, por las limitaciones a la libre circulación y afluencias de personas, con cierres obligatorios y restricciones severas de tráfico durante muchos meses de 2020.
Nuestra obligación era crear una política de incentivos comerciales para que nuestros inquilinos abordasen la crisis con una tasa de esfuerzo (peso del alquiler sobre sus ventas) similar o incluso mejor que la anterior a la llegada del coronavirus. La política fue aceptada por una abrumadora mayoría de nuestros inquilinos.
En el sector de oficinas, ha sido mayor el ruido mediático y social que los efectos reales sobre el negocio. El ruido ha venido de la mano de una supuesta adopción masiva del teletrabajo. El debate en torno al impacto de este fenómeno en las oficinas ha sido intenso, pero me atrevo a decir que también prematuro.
La realidad del teletrabajo
Hay varios factores que no se están teniendo en cuenta: los efectos reales en la productividad, en la formación, en la cultura de empresa, en la motivación o en la capacidad de innovación; la necesidad, por motivos ahora de salud, pero en el futuro de dignidad y retención del talento, de espaciar más y mejor los entornos de trabajo; así como la llegada de una regulación del teletrabajo que limita los teóricos ahorros asociados a tener a la fuerza laboral trabajando desde casa.
Se trata de un debate interesante cuyos efectos no podremos medir hasta los años 2021 ó 2022.
El sector más favorecido por la pandemia ha sido el de la logística, con la clara aceleración de la venta online, que ha evolucionado en seis meses lo que en condiciones normales le hubiese llevado seis años.
Desde nuestra posición de liderazgo ibérico en este sector, ha sido un año frenético, buscando soluciones de espacio, incluso en formato temporal, para nuestros inquilinos. Acabamos el año con la cartera casi en plena ocupación.
Finalmente, hemos adoptado una serie de medidas para proteger nuestro balance y afrontar la pandemia con todas las garantías. En este sentido, hemos categorizado por prioridades nuestros planes de inversión, continuando aquellos proyectos con pre-alquileres existentes y parando el resto, cuya comercialización continúa y conforme llegan los pre-alquileres se van retomando.
El dividendo se ha reducido, habiéndose distribuido 35 céntimos por acción con respecto a 2019. Además, el equipo directivo ha renunciado a toda la remuneración variable este ejercicio. Este conjunto de medidas, más la fortaleza de nuestra cartera de inquilinos y la diversificación de nuestro modelo de negocio ha llevado a S&P a reafirmar el rating crediticio situado en el nivel BBB de Merlin.
El año 2021 será un reto, no cabe duda, y habrá que seguir navegando en la tormenta. Hemos lanzando una nueva fase de la política comercial, que abarca el primer semestre de ejercicio, para continuar en la senda de ayudar a nuestros inquilinos de centros comerciales.
En oficinas, a través de nuestra marca de flex space, LOOM, hemos diseñado productos muy flexibles que ayuden a nuestros clientes en la planificación de su vuelta al trabajo. Y en logística seguimos desarrollando producto, a través de los planes Best II y Best III, para acompañar a nuestros operadores en su crecimiento.
Esperamos y deseamos que 2021 sea el año en que la lucha contra el virus alcance su final y lo peor de la pandemia lo contemos ya en pasado. Que así sea.