Opinión

El accionista disidente

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Estamos en plena temporada de Juntas Generales de Accionistas (JGA) y los inversores -tanto institucionales como pequeños accionistas- comienzan a vibrar pues llega el periodo de tomar posiciones y votar en las Juntas. Es el momento de verdad si desean influir en la marcha de la compañía.

Esa inquietud por parte del accionista no hay que atribuirla únicamente al juego de "inversores activistas", que los hay, pues también existen inversores responsables que desean aportar su criterio. Y es que, se ha puesto de moda considerar a cualquier accionista que disiente de la propuesta del consejo, como si fuera "activista".

Por otro lado, el trabajo del consejo ha tenido en los últimos años un tsunami de temas a incluir en su agenda que, además de demandarse socialmente, se están exigiendo desde los órganos regulatorios: cuotas de diversidad, el reporte de la información no financiera, los factores ASG, la política retributiva, etc. Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿dónde ha de poner el foco el accionista?

El accionista debe de estar alerta y exigir a los administradores dos temas primordiales: que la empresa cuente con un equipo ejecutivo que maximice la utilización de sus recursos (humanos, materiales, sociales y financieros), asegurando la supervivencia de la empresa mediante un remanente anual; y que cuente con un órgano de gobierno que vele por la sostenibilidad a largo mediante el equilibrio de intereses entre los distintos stakeholders. En definitiva: contar con un comité de dirección ganador y un consejo de administración capaz de guiar, supervisar e impulsar a ese equipo directivo.

Comencemos por identificar aquello que puede parecer relevante, pero que no lo es. Así, cuando se informa en diversos medios que la cuota de diversidad de género en los consejos se encuentra en el 36,8% respecto al objetivo del 40% marcado por la CNMV para empresas del Ibex-35, puede parecer alarmante, sin embargo, estamos hablando de una diferencia (un 3,2%) que supone, en términos absolutos, un total de 14 mujeres sobre los 420 puestos como consejero que existen en las empresas del Ibex. La evolución en este tema ha sido manifiestamente positiva en muy pocos años, por lo que hay más razones para congratularse que para alarmarse.

Otro tema conflictivo en las JGA de los últimos años han sido los Informes Anuales de Remuneración de los Consejeros (IARC). El ejercicio pasado tuvo un rechazo considerable, siendo España el único país de los siete analizados (Francia, Alemania, Grecia, Italia, Portugal y Suiza) en cosechar un voto favorable inferior al 70% en su free float. Ahora bien, en la remuneración de los consejeros lo primero que hay que distinguir es la remuneración que reciben los consejeros ejecutivos de los no ejecutivos (externos o independientes). Y es que la media, para sociedades cotizadas, de la remuneración de los consejeros ejecutivos en 2021 fue de 3,57 millones y la de los independientes se encontraba en torno a los 167.000 euros. Es decir, un consejero ejecutivo cobra esencialmente como ejecutivo más que como consejero.

Como dato comparativo podemos ver que en la temporada 2022-23 hay siete jugadores del Real Madrid que cobran por encima de 14 millones anuales, y Eden Hazard superará los 23 millones. De los 35 presidentes del Ibex ninguno alcanzó los 14 millones de retribución en 2022. Y quizá pueda generar cierta alarma que el consejo de Iberdrola plantee, en la JGA del próximo mes de abril, subir la remuneración de su presidente por encima de los 13 millones. Además, es cierto que su salario se ha incrementado un 36,7% desde 2018; aunque también lo es que, en ese mismo periodo, ha logrado que el beneficio de la compañía se incremente un 43,9% hasta superar los 4.300 millones en 2022. Parece lógico, en este sentido, que el incremento salarial del primer ejecutivo esté indexado más al incremento del beneficio plurianual que al IPC. Por eso, antes de adoptar una actitud de rechazo convendrá acudir a especialistas en estos temas, para que nos digan si esas cifras corresponden a un mercado normalizado.

Sin embargo, sí me parece relevante sobre las remuneraciones -tal y como señalan desde Corporance, único proxy advisor nacido en España- las desmesuradas cláusulas de indemnización por despido para los consejeros ejecutivos. La mayoría de las veces son arbitrarias y también exorbitadas ya que no están estandarizadas, ni existen referencias en el mundo anglosajón y más bien parece que se premiara el despido.

Por otro lado, es evidente que está de moda no solo "vender en verde" sino también "gobernar en verde". No hay duda de la importancia que tienen los criterios ASG en la toma de decisiones, ahora bien, no parece adecuado que se utilicen estos para: mejorar la imagen reputacional de la empresa aunque su actividad real no tenga nada que ver con el medioambiente (greenwashing), o desenfocar el propósito de una compañía para atraer a inversores aún a costa de penalizar a los clientes (con subidas de precios encubiertas); y menos aún, aprovechar la "S" para promover ideologías de algunos colectivos (la cultura LGTB+, por ejemplo), tal y como hacen varias entidades financieras de nuestro país. Una cosa es la sostenibilidad y otra utilizar la empresa para hacer política.

¿Dónde conviene poner el foco como accionista? Además de valorar la rentabilidad alcanzada durante el último año, el segundo elemento será valorar si el consejo de administración es realmente un equipo de alto rendimiento (EAR). Esto es algo que se puede analizar y medir: mediante la matriz de competencias del consejo y la sinergia como equipo de trabajo. Algo que trataremos con más detalle en otro momento.

En definitiva, no todo lo que es socialmente relevante es realmente importante. Y no toda disidencia a las propuestas del consejo supone una acción activista. Esa delgada línea para distinguir una cosa de la otra nos ayudará a evitar caer en modas pasajeras, que al final lastran el futuro de nuestras empresas.

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