Opinión

El pan bajo el brazo

  • Nuestro país cuenta con una de las tasas de pobreza infantil más altas de la Unión Europea

Cuando yo llegué al mundo se decía que los niños venían con un pan bajo el brazo. En mi caso, debió de ser verdad, pues nací encima de la tahona de mi abuela Pilar y allí se amasaba una tonelada de harina cada noche. Pero las cosas han cambiado, y mucho.

En efecto, a través de un estudio detallado de partidas como alimentación, vivienda, educación y transporte, se estima que el coste medio mensual de la crianza se sitúa en 758 euros por hijo. Este incremento se debe principalmente a la inflación que afecta de manera desproporcionada los bienes y servicios esenciales para las familias, como los suministros del hogar y los alimentos.

Es en la adolescencia cuando los gastos en alimentación y vivienda se disparan. Además, se observan importantes diferencias regionales, siendo Cataluña el territorio analizado más caro para la crianza, con un coste medio de 938 euros mensuales, en contraste con los 722 euros de Andalucía.

Como con buen sentido recoge Save the Children, más allá de la alegría que supone, el nuevo miembro en la familia necesita cuidados especializados y una atención constante, lo cual implica asumir notables costes económicos. Desde los primeros días con gastos en pañales, carritos y juguetes hasta los años escolares con necesidades de material educativo, actividades extracurriculares, etc., etc.

El coste de la crianza se convierte en un gasto importante para muchas familias y estos pagos varían no solo con la edad del menor sino también con el contexto económico y social del lugar donde habite la familia.

En España, las tasas de pobreza infantil eran las más altas de la UE en 2023. El 34,5% de los pequeños vivían en riesgo de pobreza o exclusión social, diez puntos por encima de la media europea. Desde la pandemia de la Covid-19 se han implementado medidas como la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) o la ampliación del sistema de protección social con la llegada del Ingreso Mínimo Vital (IMV) y su Complemento de Ayuda para la Infancia (CAPI), que han repercutido en mayores ingresos para los hogares. Al mismo tiempo, los precios de las materias primas y de la energía han aumentado en estos años, y otros costes de vida como la vivienda no han dejado de crecer, afectando a la capacidad de las familias para llegar a fin de mes.

Los niveles de inversión en familia e infancia continúan siendo bajos en comparación con otros países europeos (1,5% del PIB y la media europea del 2,4%, según Eurostat), lo que limita el alcance y el impacto de estas políticas y hace que la capacidad que tiene nuestro estado de bienestar para reducir la pobreza infantil sea limitada.

Y si criar es caro, ello influye sin duda en la decisión de tener hijos. En España nacen 1,16 hijos por mujer, la tasa más baja de toda Europa. La brecha entre la fecundidad deseada y la efectiva es una de las mayores de Europa.

Si de verdad se abordara ya una política pro natalista, aparte de una política de vivienda, se tendrían que tener en cuenta los costes que aquí se recogen, de suerte que los hijos vengan, de nuevo, con un pan debajo del brazo.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky