Opinión

Apagar para que no nos apaguen

  • Si se apaga Almaraz, se nos estará condenando a pagar más por la electricidad que consumimos
Imagen de la central nuclear de Almaraz (Cáceres)
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Extremadura apaga para que no nos apaguen es el lema que hemos escogido en la plataforma 'Sí a Almaraz, Sí al Futuro' para escenificar el drama que estamos viviendo en la comarca del Campo Arañuelo ante el posible cierre de la central nuclear de Almaraz, el principal motor de desarrollo socioeconómico de nuestra región.

Este jueves 10 de abril, el Gobierno extremeño, los principales ayuntamientos de nuestra Comunidad, instituciones regionales y miles y miles de vecinos vamos a secundar, a las 22.00 horas, un apagón de edificios institucionales, monumentos históricos y domicilios que tiene una inmensa carga simbólica: si acaban apagando Almaraz, apagarán también, irremisiblemente, nuestro futuro.

Así que no queremos que apaguen la central, que nos apaguen para siempre. Exigimos que todos reflexionen y miren, con serenidad, por separado y conjuntamente, más allá de sus propios intereses, económicos o políticos, corto o largoplacistas. Que se centren en el bien común, en nuestro porvenir como país y en el de las miles de familias extremeñas que hoy nos lo estamos jugando todo.

Porque cuando se aprobó el calendario de cierre del parque nuclear español, allá por 2019, las cosas eran radicalmente diferentes. Nos enfrentamos hoy a un escenario global que poco o nada tiene que ver con el de aquel momento, luego no es momento para que la inacción nos aboque a un punto de inflexión cuyas consecuencias serán, sin duda, irreversibles para nuestro país, nuestra región y nuestra comarca.

Porque, si se apaga Almaraz, se estará poniendo el riesgo la estabilidad del sistema eléctrico español, la garantía de suministro -solo los dos reactores de esta central producen el 7% de toda la electricidad que consume anualmente nuestro país, abasteciendo a cuatro millones de hogares- y nuestra independencia energética, en un contexto en el que en la Unión Europea ya no se habla simplemente de autonomía sino de soberanía energética.

¿De verdad que en España queremos depender, más aún de lo que ya lo estamos haciendo, de las importaciones de gas natural provenientes de países como Rusia, Argelia e, incluso, Estados Unidos? ¿De verdad que el resto de los principales países europeos -Francia, Reino Unido, Alemania, Bélgica, Suecia… incluso Italia y Suiza, donde se están replanteando abolir sendas moratorias- están equivocados?

Porque, si se apaga Almaraz, se nos estará condenando gratuitamente a pagar mucho más por la electricidad que consumimos. Leíamos hace unos días que, según un informe de PwC, el cierre del parque nuclear español se traduciría en un incremento de la factura eléctrica de un 23% para el sector doméstico y la pequeña y mediana empresa y de un 35% para la industria.

¿De verdad queremos empobrecernos como sociedad y acabar con nuestra escasa industria, cuya competitividad ya se ve severamente lastrada por una factura eléctrica plagada de costes ajenos al servicio básico? ¿De verdad es nuestra intención, por poner solo un ejemplo, espantar las milmillonarias inversiones que están dispuestos a hacer en España los promotores de los imprescindibles centros de datos, que ya han manifestado su inmensa preocupación por el posible cierre de las nucleares?

Porque, si se apaga Almaraz, estaremos frenando la lucha contra el cambio climático. Así de simple. Porque la energía nuclear no será sustituida por las renovables, tan deseables como necesarias, sino por centrales de ciclo combinado de gas, que pasarán a ser la tecnología de base del sistema y que, por desgracia, emiten CO2 a la atmósfera. Y mucho. Según el citado informe, el incremento de las emisiones derivado del apagón nuclear ascendería a 21 millones de toneladas anuales, cifra que representa más del 80% de todas las emisiones del mix de generación español en 2024: 26 millones.

¿De verdad vamos a incumplir adrede, por capricho, los objetivos medioambientales que hemos asumido como país y a los que nos hemos comprometido ante la Unión Europea y en las Cumbres del Clima globales? Pero porque, y sobre todo, si se apaga Almaraz se apagarán los casi 4.000 empleos cualificados, directos e indirectos, que dependen de la central en nuestra región, aparte de ponerse en riesgo la supervivencia de unas 150 empresas de servicios y casi 280 suministradores relacionados con esta instalación.

En definitiva, será el punto de partida de un proceso letal de progresiva despoblación y desindustrialización en Extremadura. ¿De verdad nos podemos permitir el lujo de seguir potenciando la despoblación de nuestra tierra y la destrucción de un tejido industrial próspero que tantos años de esfuerzo nos ha costado levantar? Así que el 10 de abril todos vamos a apagar la luz en nuestra región para que no apaguen nuestro futuro. Desde la plataforma 'Sí a Almaraz, Sí al Futuro' confiamos en que este gesto simbólico sirva para remover conciencias y replantear decisiones tan consensuadas en su momento como caducas a día de hoy.

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