
El mercado laboral está experimentando una transformación nunca antes vista. Las empresas demandan un perfil profesional acorde a los tiempos, con nuevas habilidades tecnológicas y capacidades para afrontar los desafíos del ecosistema digital. Pero no lo encuentran. En España sufrimos un problema doble: por un lado, se estima que existen 80.000 puestos de trabajo digitales que no se cubren; por otro, que el 30% de los universitarios no encuentra trabajo cuatro años después de graduarse.
Los pronósticos pre-Covid-19 de la Comisión Europea y de otros organismos estimaban que en 2020 se quedarían 750.000 puestos de trabajo sin cubrir dentro de la Unión Europea. Todos ellos relacionados de manera directa con las nuevas tecnologías disruptivas: Inteligencia Artificial, Cloud Computing, Big Data, Ciberseguridad, etc. La institución europea también advierte que el 40% de las empresas con sede en el continente europeo tiene dificultades para encontrar expertos.
Mientras la oferta universitaria continúa variando y ajustándose a fuego lento a la demanda del mercado laboral, se sigue produciendo un descenso en el número de los estudiantes interesados en realizar carreras con perfiles STEM. Según el estudio elaborado por la consultora Ernest & Young para Digital-ES, titulado "El desafío de las vocaciones STEM", existen al menos 10.000 empleos vacantes en el sector tecnológico en España por falta de cualificación, y se calcula que entre 2017 y 2022 la digitalización será la responsable de la creación de 1.250.000 empleos en España. No obstante, el número de matriculados en carreras técnicas ha caído en torno a un 30% entre 2010 y 2017.
El problema viene de lejos. Más de la mitad de los directores de colegio encuestados en este estudio considera que los docentes de sus centros no reciben formación para poder orientar a los alumnos a la hora de escoger una carrera. Además, únicamente un 3% del total de los que respondieron a las encuestas está especializado en Matemáticas, Tecnología o TIC. Asimismo, el 72% de los directores considera que se necesita un cambio urgente en la asignatura de Tecnología y TIC, en cuanto a innovación y digitalización, para que adquiera más importancia.
La innovación tecnológica sigue siendo la asignatura pendiente
Por otro lado, el entorno digital no ha conseguido coser la brecha de género. Las mujeres representan en España la mitad de la población ocupada con estudios superiores, aunque su presencia en los sectores tecnológicos se reduce considerablemente. El 74% de la población ocupada que trabaja en sectores de media y alta tecnología son hombres, es decir, solo el 26% son mujeres. Dicho porcentaje apenas ha experimentado cambios en la última década.
Cultura digital
El avance se contempla con los años. En 2016, un estudio de Siemens, 'España 4.0: el reto de la transformación digital de la economía', aseguraba que, a nivel de digitalización, el país se encontraba a la cola de Europa y fuera del top 40 mundial. El año pasado, según el Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI), que realiza desde 2014 la Comisión Europea, España ocupa el décimo puesto en la clasificación de referencia en la UE, por delante de Alemania, Francia o Italia, pero aún por detrás de los líderes: Dinamarca, Suecia, Finlandia, Países Bajos y Reino Unido.
De los cinco parámetros que se miden en ese estudio (conectividad, capital humano, uso de servicios de Internet, integración de la tecnología digital y servicios públicos digitales), España saca mala nota en dos puntos: el uso de servicios de la Red, porque una quinta parte de la población española no está en línea, y en la falta de competencias digitales de los profesionales.
Un escollo es la falta de inversión en innovación por parte de los gobiernos. El desembolso del Estado en I+D fue de 14.9000 millones de euros en 2018, según los últimos datos disponibles en el INE. Esta cifra supuso un incremento del 6,3% respecto al año anterior y un aumento por segundo año consecutivo.
Universidades y escuelas de negocio se han ido adaptando a la nueva realidad empresarial
La Unión Europea esperaba un crecimiento de la inversión en este sentido del 3% en 2020, un escenario que cada vez se aleja más de una realidad que ha quedado nublada por la crisis del Covid-19, cuyo impacto se siente en todos los sectores. La consultora IDC Research, que también pronosticaba un crecimiento de la inversión del 3,3%, ha rebajado sus expectativas hasta el 1,4%.
El mundo se ha dado cuenta en los largos días de confinamiento de que la tecnología ha sido nuestra gran aliada en la lucha contra la pandemia. Las empresas que han logrado esquivar la crisis han adaptado sus métodos al teletrabajo; las personas han roto la barrera de la distancia gracias a los servicios de mensajería y de videollamada; y el sector educativo ha tratado de adaptarse para no dejar en la cuneta a millones de estudiantes.
Según la UNESCO, más de 1.500 millones de estudiantes, el 91% de la población estudiantil mundial, se ha quedado recluida en casa. El aprendizaje es un motor que no debe paralizarse; por ello, los ministerios de Educación de prácticamente todo el mundo se movilizaron para realizar inversiones en la digitalización de los recursos educativos. Dicha preocupación se ha visto reflejada en el sector Edtech. Según Holon IQ, una consultora especializada en educación digital, solo en el primer trimestre de 2020 se han realizado inversiones globales de casi la mitad del total del año pasado. China es el país en que más inversiones se realizan.
Ranking digitalización
La educación, en esta cuarta revolución industrial, no puede entenderse sin la capacidad de cambio de la tecnología, integrada ya en todos los niveles y aspectos de nuestras vidas. Como sociedad, debemos hacernos una serie de preguntas si no queremos quedar descolgados de la globalización: ¿Estamos preparados para enfrentar los desafíos actuales y futuros? ¿Estamos formando a los profesionales con los conocimientos que demanda el mercado laboral? Y, por último, ¿se están transformando las universidades para esta nueva realidad?
El Economista ha elaborado un ranking en el que han sido analizadas casi 500 instituciones educativas del mundo iberoamericano para estudiar la digitalización de estos centros y poner en valor aquellos que, sabedores de la necesidad de transformación del sistema educativo, han dado un paso al frente cambiando, actualizando y creando nuevas estructuras y metodologías para afrontar la era digital.
Es el ranking más innovador de los que se han publicado hasta el momento
El propósito de esta clasificación es destacar las universidades y escuelas de negocio más innovadoras, aquellas que, conscientes de que el actual mundo en que vivimos solo piensa en el mañana, han actualizado sus programas y metodologías. Un cambio de pensamiento que redundará en un beneficio a la sociedad y fortalecerá al tejido empresarial, haciéndolo más cualificado y competitivo.
Educación sin barreras
Para conectar el talento con las empresas es imprescindible reducir o eliminar las barreras de acceso a la educación, adecuar los sistemas y programas educativos a las nuevas necesidades, crear canales que permitan a las empresas encontrar profesionales con nuevas competencias e incorporar metodologías flexibles adaptadas a los alumnos para extraer todo su potencial.
Los indicadores que se han tenido en cuenta para la elaboración de esta clasificación se han basado en diferentes aspectos: la innovación que las universidades han aplicado a su metodología, la utilización de herramientas de aprendizaje de vanguardia, un plan curricular enfocado en la cuarta revolución industrial, profesorado que combine académicos con expertos que conozcan la realidad empresarial, internacionalización de la institución, además de otros premios y reconocimientos obtenidos.
Las escuelas de negocio son las instituciones educativas que más rápido se han adaptado a las necesidades de la sociedad. Por un lado, porque han visto de cerca las necesidades del mercado laboral y han diseñado programas ad hoc para afrontar las necesidades reales de un entorno laboral en constante cambio; por otro, porque han sabido captar las expectativas digitales que tienen los estudiantes y que necesitan ver reflejadas en su entorno educativo.