Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

"No nos comprometemos de antemano con ninguna trayectoria de tipos de interés en particular". Dos veces ha repetido Christine Lagarde, presidente del Banco Central Europeo (BCE) la misma frase en un discurso de 7 minutos. Esta redundancia deja una evidencia clara: el BCE no sabe qué va a pasar con la inflación. Hay fuerzas que la van a impulsar al alza, como el mayor gasto en defensa y unos déficits públicos altos, mientras que hay otros factores que pueden reducir los precios, como la apreciación del euro o la ralentización de la economía global. De este modo, puede que hoy haya sido la primera reunión de muchas en las que el BCE no vuelva a bajar los tipos... o no. El shock inflacionario es cosa del pasado. Ese shock que afectó a Europa (y el mundo) entre 2021 y 2023, pero nadie niega que otro tipo de shock pueda estar en camino.

El Banco Central Europeo (BCE) se ha tomado una pausa después de haber recortado los tipos de interés en 200 puntos básicos en un año, con siete recortes consecutivos hasta hoy. La incertidumbre económica y geopolítica, junto con una inflación que puede 'saltar' hacia cualquier dirección, el BCE prefiere ser cauteloso y esperar a tener más datos para mover los tipos. De este modo, la tasa de depósito (donde los bancos aparcan su exceso de liquidez) se mantiene en el 2%, el tipo principal de financiación en el 2,15% y la ventanilla de emergencia en el 2,4%, según se desprende del comunicado oficial.

El impacto de la inmigración sobre el mercado laboral, el PIB per cápita, los salarios o las finanzas públicas es un tema controvertido que no para de ganar protagonismo a todos los niveles. Parece evidente que la llegada de extranjeros ayuda incrementar el PIB en términos agregados en todas las economías (como muestra el BCE aquí): una mayor población, por poco que consuma y produzca (trabaje) incrementa el tamaño de la economía. Donde no existe tanta claridad en su impacto en la renta per cápita o en los salarios. Sin embargo, nuevos trabajos centrados en España y su mercado laboral están revelando que la inmigración contribuye al crecimiento del PIB per cápita (algo positivo y que es un resultado un tanto inesperado), aunque no por incrementos de la productividad (que sería lo óptimo) o de los salarios reales, sino por aumentos de la tasa de empleo. Esto que parece complicado tiene una sencilla explicación.

El milagro de Irlanda (con todos sus matices y distorsiones) frente a la catástrofe y el estancamiento de España. Esta es la cruda realidad que queda reflejada en la evolución de los salarios reales (descuentan el efecto de la inflación) desde 1994 hasta hoy. Por un lado, está España, una economía especializada en producir servicios de bajo valor añadido, por otro aparece Irlanda, un pequeño país especializado en producir servicios de altísimo valor añadido. El 'tigre celta' ha pasado de ser un país con unos salarios mediocres en 1994 a ser una de las economías con mayores salarios de Europa. España ha pasado de ser una economía con salarios mediocres a seguir siendo exactamente lo mismo. Según los últimos datos publicados por la OCDE, en España los salarios reales han crecido apenas un 2,7% desde 1994, uno de los desempeños más pobres de todos los países desarrollados y el segundo peor de Europa. La clave podría estar en la composición sectorial de ambas economías: España es turismo y hostelería, mientras que Irlanda es sinónimo de tecnología, laboratorios (sector farmacéutico), finanzas y bajos impuestos.

Todavía hay quien se atreve a decirle la verdad a Vladimir Putin incluso cuando son verdades dolorosas e incómodas. La economía de Rusia está colapsando en tiempo real, lo que llevó el ministro de economía a sentenciar que el país estaba al borde de la recesión. Ahora, otro ministro ha reconocido otro obstáculo o escollo aún mayor, porque este va a limitar el crecimiento potencial del país durante años: en 2030 van a faltar más de 10 millones de trabajadores en Rusia, lo que junto a la marcha de multinacionales y empresas punteras en tecnología podría generar una larga travesía por el desierto para la economía rusa. Todo ello mientras que se fragua una crisis de impagos que trae de cabeza a la banca rusa.

La economía de España se encuentra subida en una especie de rueda que necesita seguir moviéndose sin parar para mantener la expansión de la actividad. El crecimiento extensivo del PIB (crecimiento por un incremento constante de los factores de producción, en lugar de por aumentos de productividad) necesita de la constante entrada de trabajadores al sistema para seguir produciendo incrementos de la producción. Dentro de este modelo, el turismo se ha convertido en el pilar fundamental que lo sostiene. Un sector muy intensivo en factor trabajo (genera mucho empleo) y que parece presentar unas previsiones de crecimiento sin fin (parece). Su aportación en el PIB y al crecimiento son indudables, pero al mismo tiempo, cabe preguntarse si este modelo es sano, sostenible o si puede conducir a España hacia la prosperidad. El turismo ha sido un parche que ha funcionado en el corto plazo, pero en el largo ya hay quien habla incluso de la trampa del turismo.

Hay un país desarrollado en el que la vivienda es hoy un 25% más barata que hace 35 años. Esta economía es un tanto peculiar y este dato lo demuestra. Mientras que en el mundo desarrollado los precios de los inmuebles no dejan de marcar máximos históricos, en este país se encuentran muy lejos de ellos. Mientras que en el mundo desarrollado hay una escasez cada vez mayor de viviendas (salvo contadas excepciones), en este país hay cada vez más casas vacías. Japón sufre una suerte de crisis de la vivienda a la inversa. Cada año hay más inmuebles abandonados, una espiral que amenaza con 'destruir' barrios y zonas enteras por una multitud de factores, que pueden ser el heraldo de lo que sucederá en otros países avanzados, en los que se pronostica también un descenso notable de la población en las próximas décadas.

El BCE se reúne este jueves en una cita que, pese a que su resultado es ya ampliamente sabido, estará cargada de un simbolismo clave. Una nueva era se aproxima y el banco central tendrá que ir preparando el terreno. Para ello, aunque no toque los tipos, empezará a virar el discurso en un momento de máxima incertidumbre. Por un lado, hay quien cree en vigilar e incluso prepararse para una próxima subida de tipos ante el efecto expansivo y a destiempo de los grandes planes de inversión de la UE (en particular Alemania). Pero es que también hay muchos operadores de mercado que creen que el BCE debe recortar tipos para evitar que se incumpla el objetivo de precios por el otro lado, es decir, que la inflación sea demasiado baja. Esto debido al bajo crecimiento económico y a un euro apreciándose en exceso. El BCE debe estar preparado para remar en una dirección o la contraria.

La economía de España ha destacado en los últimos años por su fuerte crecimiento (respecto al resto de Europa) y la intensa creación de empleo, que ha permitido rebajar la tasa de paro a niveles que no se veían desde hace más de 15 años. Sin embargo, este boom del PIB no ha borrado ni siquiera minimizado de forma notable el gran reto de la economía: la gran promesa de España a sus pensionistas. Cuando se habla de pensiones se suele destacar el creciente gasto, el déficit de la Seguridad Social (que vive de las transferencias del Estado que se 'restan' de otras partidas de gastos o se financia con deuda), pero no se suele poner cifras a las promesas reales que ha hecho España a sus pensionistas. Según los datos que maneja Eurostat, España tiene la mayor 'deuda' de todos los países con sus pensionistas. España es el país que más ha prometido y si quiere cumplir su promesa va a tener que hacer esfuerzos titánicos para pagarla.

Una tendencia está pasando bajo el radar en España. Los supermercados españoles se están llenando a marchas forzadas de frutas y verduras marroquíes. Los menores precios han empujado a que el país magrebí crezca de forma exponencial en la península ibérica ganando cada vez más terreno y quitando cuota de mercado a las firmas españolas, que están buscando crecimiento fuera de nuestras fronteras. Según la Federación de Productores Exportadores de Frutas Hortalizas, Flores y plantas vivas, Marruecos ha aumentado sus envíos a España un 23% solo en el primer trimestre del año. Según la cámara de comercio, esto forma parte de una 'machada' en la que este país ha pasado en 2021 de enviar solo 805 millones de euros a superar la barrera de los 1.071 millones. Pese a todo, el campo español vive una época dorada con exportaciones crecientes y mostrando cierta progresión en una economía dominada por los servicios.