Redactor de elEconomista

Batir al mercado durante largos periodos de tiempo no es nada fácil, y si no, que se lo pregunten a la mayoría de gestores de fondos activos en la industria de la inversión. En los últimos 7 años, Pedro Escudero, un gestor español afincado en Nueva York ha conseguido unos resultados excepcionales con su hedge fund Doma Perpetual Capital Management: un 154% neto de comisiones, desde octubre de 2017 hasta el cierre de enero de 2025, según un documento que la firma envía a sus clientes.

Escudero cambió la raqueta de tenis que le había acompañado desde niño por informes anuales de empresas, cuando, antes de cumplir 20 años, sufrió una lesión en el codo que le truncó una prometedora carrera en el tenis profesional. Entonces asumió que su dedicación no sería el deporte, si no los mercados, y tras estudiar administración de empresas en la Universidad de Duke, deparó en Wall Street.

En este giro a su vida se llevó consigo la tensión competitiva y una filosofía basada en el entrenamiento exigente, una dedicación casi exclusiva a su trabajo, clave indiscutible, defiende, para conseguir resultados extraordinarios, como los que ha cosechado en los últimos siete años en su fondo. Muy crítico con estilos de inversión famosos, como el value español, no se considera un outsider de la industria, pero sí cree que es clave seguir una estrategia que lo diferencie del resto.

Escudero atiende a elEconomista.es y explica las claves que le han llevado al éxito en los últimos años, además de dar su visión de la situación actual de los mercados, en estos momentos de alta volatilidad e incertidumbre geopolítica. A su juicio, muchas de las medidas que está tomando la nueva administración se centran en arreglar el problema más urgente de Estados Unidos, el enorme endeudamiento del país, que cree ha llegado al límite.

Su método de inversión se centra en llevar a cabo un análisis microeconómico exhaustivo, que exige años de trabajo para conocer a fondo las empresas en las que le gustaría invertir, y defiende la importancia de mantener una cartera concentrada. A la larga, explica, la clave de su éxito es, como en el tenis, minimizar los errores no forzados. La entrevista refleja la opinión personal de Escudero, y no es una recomendación de Doma Perpetual.

La encuesta de mayo a gestores de fondos que elabora todos los meses Bank of America refleja un cambio de perspectivas de los encuestados en el último mes, después ver cómo en abril se desató el pánico entre ellos por el temor al impacto de la guerra comercial de Donald Trump. Ahora los gestores moderan el pesimismo y vuelven a esperar un ‘aterrizaje suave’ de la economía mundial, en lugar de una recesión grave, un cambio de opinión que, además, se ha producido antes de que se confirmase el acuerdo del domingo entre China y Estados Unidos. Eso sí, el rechazo por los activos estadounidenses continúa vigente, y es la categoría que más infraponderan de su cartera en este momento. Por el contrario, la eurozona se mantiene como el activo favorito para los encuestados.

Nadie sabe qué va a hacer Wall Street en los próximos 18 meses, y más teniendo en cuenta la incertidumbre geopolítica que ahora rodea a los mercados financieros, en medio de unas negociaciones arancelarias que pueden reconfigurar el comercio mundial y crear un nuevo contexto económico sin precedentes. Sin embargo, el trabajo de muchos economistas es tratar de anticipar cómo serán los próximos meses en los mercados financieros, y desde la agencia Bloomberg el equipo de analistas utiliza un modelo adelantado que cruza seis variables micro y macro para intentar anticipar si los retornos serán altos, moderados o bajos en los siguientes meses. El 'semáforo' de la agencia (se llama Modelo de régimen de mercado de Bloomberg Intelligence) ahora acaba de dar una mala señal para los inversores en el S&P 500: la herramienta acaba de entrar en 'zona roja', un hito que, desde 1996, ha promediado retornos del 0,12% cada seis meses. De media, el 'régimen rojo' dura 16 meses en Wall Street, un periodo que, de encajar con lo que ha ocurrido en el pasado, supondrá una travesía en el desierto de rentabilidades que no cubrirán siquiera el aumento de la inflación.

Mientras el bono americano se hundía y su rentabilidad se disparaba amenazando con acercarse al 5%, el mundo entero giraba la cabeza hacia Pekín. La gran sospecha es que China había comenzado a responder a las bravuconadas comercial de Trump con una liquidación masiva de su cartera de deuda americana. A los pocos días, los datos apuntaban que el gigante asiático no había sido responsable del castigo a los bonos estadounidenses, pero lo cierto es que, desde hace tiempo, y de manera silenciosa, sí está reduciendo su exposición financiera a EEUU, especialmente a los bonos de largo plazo.

Arabia Saudí ha decidido dar comienzo una nueva guerra de precios del petróleo, en un momento en el que se espera que la demanda del recurso energético frene su crecimiento en los próximos meses. La decisión ha sorprendido a muchos, y los analistas tratan de dar respuesta a los motivos que han convencido al reino árabe para tomar esta decisión. Las hipótesis se suceden, y la historia recuerda cómo Arabia ha llevado a cabo estos movimientos para ganar cuota de mercado. Sin embargo, en esta ocasión hay una teoría alternativa que gana peso: un intento de contentar al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para poder negociar en las mejores condiciones posibles el final de la Guerra de Ucrania.

La Reserva Federal ha cumplido con las expectativas de los mercados, manteniendo los tipos de interés estables en el rango del 4,25% al 4,50% por tercera reunión consecutiva. En el comunicado, el banco central ha advertido de que "los riesgos de un desempleo mayor y una inflación más alta", es decir, de estanflación, "han aumentado", lo que les obliga a actuar con mayor prudencia.

El plan de Arabia Saudí para recuperar el mercado de petróleo (recuperar cuota) ya está en marcha. No solo eso, ya se pueden divisar las primeras víctimas de esta estrategia. El líder de facto de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha promovido un giro de timón en la estrategia del cártel: de los recortes de producción a la producción masiva. Este plan ha dado sus primeros pasos con los recientes anuncios del cártel en los que se ha propuesto incrementar la producción de crudo en 411.000 barriles diarios (tres veces más de lo previsto), un movimiento para deshacer años de recortes. La cuestión es que este movimiento llega en un momento en el que el mercado se encontraba ya bien abastecido gracias a todo el petróleo que bombea América (EEUU, Canadá, Guyana…). El resultado es un precio del petróleo que cae en picado y que se está llevando por delante a sus primeras víctimas: algunas petroleras de EEUU ya están echando el freno en la Cuenca Pérmica.

Arabia Saudí acaba de desenterrar el hacha de guerra, pero no para iniciar el lanzamiento de misiles o a una invasión a un país vecino; es otro tipo de guerra, económica, y en el que el arma son los grifos de petróleo, la que el reino saudí ha declarado en las últimas décadas en varias ocasiones. Se trata de una guerra de precios, un conflicto al que Arabia ya está acostumbrado, ya que son cinco los que se han sucedido en los últimos 40 años. Los rivales no han sido los mismos en todos los conflictos de los últimos años, pero el objetivo no ha cambiado: Arabia quiere forzar a que haya una caída de los precios para expulsar del mercado a los productores menos competitivos y lo hará a base de inundar el mundo con su petróleo.

Este miércoles la Reserva Federal se reúne por tercera vez en lo que va de año, un encuentro que llega, de nuevo, enmarcado por el ataque a la independencia del banco central por parte del presidente Donald Trump, y que, para los inversores, no dejará grandes titulares en esta ocasión. Los mercados tienen claro que no se van a recortar los tipos de interés en este encuentro, y esperan que la siguiente bajada en el precio del dinero se produzca en la reunión de julio, cuando ya habrá nuevas noticias sobre la política arancelaria de la Casa Blanca, al haber terminado la prórroga de 90 días de los aranceles que Trump anunció el 9 de abril. Las presiones de Trump continúan, pero todo apunta a que Powell se mantendrá impasible, una vez más, y que esperará a que se disipe la incertidumbre comercial, para bien o para mal, antes de tomar una decisión sobre los tipos.

Abril no ha sido un buen mes para los precios del petróleo, y todo apunta a que las caídas que ha experimentado el precio del barril van a continuar en los próximos meses. Los precios de la materia prima llevan años aguantando por encima de los 60 dólares el barril, en el caso del Brent europeo, pero lo han logrado gracias a los esfuerzos del principal cártel de productores del planeta, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), un grupo que ha mantenido la producción de crudo limitada en los últimos años para sostener los precios, pero que ya ha decidido dejar de lado esta estrategia.