Economía

¿Es rentable cambiar de empleo? EEUU analiza los riesgos de lo que en España es un salto a ciegas

Foto: Dreamstime

La razón principal para cambiar de empleo es mejorar las condiciones laborales, empezando por las salariales. Y esto explica que fenómenos como la Gran Dimisión que estalló entre 2021 y 2023, haya repercutido en la hoja de ruta de los bancos centrales para controlar la inflación, empezando por la Reserva Federal. Su análisis de los datos en Estados Unidos confirma no solo un enfriamiento de las renuncias, sino un profundo recorte de las ganancias que obtienen los que optan por esa transición. Una información clave para los trabajadores estadounidenses pero que brilla por su ausencia en España, pese a que nuestro país está marcando un récord histórico de renuncias. Los protagonistas de ese fenómeno, asalariados y empleadores, simplemente no saben a qué atenerse.

La Reserva Federal de Atlanta elabora un "rastreador de salarios" que analiza las tendencias salariales y su relación con la inflación con datos que se remontan a los años noventa del pasado siglo. Una de sus variables compara la subida salarial que anotan los trabajadores que cambian de empleo y la que obtienen los que se mantienen en el mismo puesto. En nuestro país, ni en la Unión Europea, existe nada parecido, aunque podría elaborarse con microdatos de las diversas estadísticas laborales, fiscales, incluyendo la muestra continua de vidas laborales. Un ejercicio que, hasta la fecha, solo ha realizado Fedea.

Algo que se explica quizá porque los cambios de empleo voluntarios se consideran algo residual en nuestro mercado laboral, pese a que el nuestro es el mercado laboral con la mayor rotación laboral de la Unión Europea. Y la segunda causa para cambiar de trabajo, tras el fin de un contrato temporal, es una dimisión.

Y los datos del rastreador de la Fed de Atlanta muestran que la 'brecha' entre los que cambian su empleo y los que se quedan en el mismo, se ha reducido abruptamente desde 2023. Tras alcanzar su mayor valor a mediados de ese año, 2,2 puntos de diferencia, ahora se sitúa en dos décimas, la menor desde el estallido de la crisis financiera, cuando llegó a invertirse (ya que los que cambiaban de empleo lo hacían tras perder su empleo anterior).

Así, un trabajador que se mantienen en su puesto registra una subida salarial del 4,6%, mientras que los que dan el salto ganan un 4,8%. ¿Justifica esta leve ganancia el salto? Eso, por supuesto, es una decisión de cada persona, pero al menos cuentan con ese indicador de la situación general del mercado antes de empezar a plantearse la decisión de buscar otro empleo.

A nivel de la toma de decisiones política y económica, la información es valiosa, porque, aunque la media de subida salarial es un 4,6%, frente a una inflación del 2,8%, su nivel más elevado desde 2001, el guion lo marcan los salarios que pagan las empresas a sus trabajadores, no a una 'guerra por el talento', con lo cual serán mucho más permeables al ciclo económico. Hemos pasado de la Gran Dimisión a la Gran Retención y, en un contexto de incertidumbre política, con los tipos aún altos y unos precios que aún lanzan mensajes contradictorios, supone un cierto alivio para una Fed que vigila al milímetro la temperatura del mercado laboral.

¿Basta con los convenios?

En Europa, sin embargo, la cosa es diferente. La clave es que la evolución de los salarios reside en la negociación colectiva entre empresarios y trabajadores, sobre todo centralizada en los acuerdos sectoriales entre patronales y sindicatos. Esto explica que los cambios de empleo se consideren menos relevantes, ya que existe menos margen de negociación a nivel individual, salvo para los trabajadores con cargos de mayor responsabilidad y que demanda más cualificación. Es decir, para aquellos puestos para los que los candidatos son escasos.

Sin embargo, tras la pandemia ocurrió un fenómeno extraño: el 'rebote' de la actividad redujo el paro con intensidad, pero la mayoría de los mercados laborales se encontraron con falta de mano de obra, ya que se combina tres factores: el envejecimiento demográfico, que muchos trabajadores de sectores más afectados por los confinamientos cambiaron a otros y la interrupción de los flujos migratorios. Para empeorar las cosas, la inflación ya disparada por la mayor demanda de bienes se vio espoleada por la guerra de Ucrania y repercutió en los sueldos de unos trabajadores que tenían un poder inédito para cambiar de trabajo sin esperar al convenio colectivo.

Ante este complejo escenario, el Banco Central Europeo empezó a buscar otras fuentes que le permitieran contar con una radiografía mucho más profunda de los salarios y actualizada de los salarios, en línea con las herramientas de la Fed. La encontró en los datos de empresas privadas, como los del metabuscador de ofertas de empleo de Indeed, que ha elaborado un rastreador a imagen del de la Reserva Federal de Atlanta con el incremento de los salarios registrados en las ofertas de empleo y que incluye a las principales economías del euro (Alemania, Francia, Italia, España, Países Bajos e Irlanda).

Este indicador confirma un enfriamiento de las expectativas salariales en las ofertas tanto en Estados Unidos como en la media de la zona euro, si bien en este último caso, siguen siendo más elevadas que antes de la pandemia, y por encima de lo que muestran los indicadores de salarios negociados, si bien esto puede explicarse porque la evolución salarial en el Viejo Contiene es menos elástica que la del otro lado del charco y porque la tensión de la falta de mano de obra sigue siendo elevado. Sin embargo, al cotejarlos con lo ocurrido en ambas regiones, los datos de España parecen ir por libre.

En primer lugar, las ofertas prometen ganancias salariales más elevadas que antes de la pandemia, pero registran una mayor fluctuación temporal. Clara señal de un mercado de trabajo ligado a la estacionalidad pero también a que la demanda de un nuevo empleo no responde solo a las personas que cambian de trabajo voluntariamente, sino a los que lo buscan tras la extinción de un contrato. Esta visión explica que, tradicionalmente, se ningunee el análisis de los saltos de empleo en los sueldos. O al menos así era hasta la reforma laboral.

Falta de información en España

La cifra de dimisiones un 25% desde enero de 2022, un 145% entre los indefinidos sin que el fenómeno haya sido analizado a nivel institucional ni copado las negociaciones con patronal y sindicatos. Solo en enero sumaron 213.337, una cifra solo superada por las 782.087 bajas por caducidad de un contrato temporal y 308.848 pases a la inactividad de fijos discontinuos (aunque en este caso no se produce un cambio de empleo, ya que el trabajador vuelve a ser llamado por la misma empresa).

Sorprende que en un mercado laboral en el que el coste laboral, ya sean por las subidas del SMI, las cotizaciones o los acuerdos en negociación colectiva, marcan el debate y las decisiones de empresarios y asalariados, no haya estadísticas públicas sobre lo que se gana o se pierde por cambiar de sueldo, sea o no voluntaria esta transición. A pesar de que el cruce de los datos de Seguridad Social y Hacienda permiten construir esa estadística.

Esto supondría una ventaja sobre los datos de Indeed, que se limitan a las ofertas publicadas (cuando muchos empleos se logran por contactos y conocidos), pero no reflejan el resultado de la negociación entre empleadores y candidatos, que es lo que define el sueldo real del nuevo trabajador. Y desde luego, las estadísticas públicas no permiten analizarlo.

Los datos más recientes de convenios y estadísticas de costes laborales muestran que, pese a la mejora del empleo, el sueldo medio ha frenado su incremento mientras los acuerdos de negociación colectiva han elevado las subidas. Pero las ofertas siguen superan a ambos. En cualquier caso, todo intento de comparativa choca con las profundas diferencias metodológicas hacen imposible fijar una correlación, y mucho menos con datos actualizados casi en tiempo real, como hace la Fed.

Esto supone un problema para los responsables de tomar las decisiones políticas, que pierden una información crítica en sus tomas de decisiones, sino también para los trabajadores y sus empleadores, que ignoran la temperatura exacta del mercado laboral a la hora de tomar decisiones que marcan su carrera profesional,

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