Recientemente, y coincidiendo el pasado 4 de octubre con el día de la Educación Financiera, he tenido la oportunidad de compartir con personas de distintos ámbitos y procedencias algunas reflexiones acerca de la importancia que tiene la alfabetización financiera de nuestra población. Me ha sorprendido que, en algunos casos, mis interlocutores consideraran que se trata de una cuestión de escasa relevancia, o que responde más a un interés particular del sector bancario que a una necesidad apremiante de país.