Director adjunto de elEconomista. Asesor del Fondo Tressis Cartera Eco30. Promotor del Eco10 y Eco30 Stoxx

Hay un factor poderoso en la industria de la inversión que es la envidia. Son muchos los que acaban invirtiendo en un determinado producto, porque algún conocido, amigo o familiar lo ha hecho con anterioridad con gran éxito. No lo hacen porque tengan un convencimiento claro de lo que están decidiendo. Aristóteles consideraba la envidia como una emoción de almas pequeñas.

Durante décadas llevo explicando que la mejor idea de inversión es el interés compuesto. Pese a que creo que he escrito decenas de artículos sobre este asunto y, además, he acuñado que como inversor hay que tatuarse en la mente que el objetivo es lograr una rentabilidad del 7% para duplicar cada euro invertido la próxima década; hace pocas fechas me explicaron la historia de dos hermanos que ejemplifica mucho mejor los frutos de invertir a largo plazo.

Al cauce del gran río de la inversión vierten sus aguas muchos afluentes, pero inevitablemente hay uno que va a ser el que más agua aporte en los próximos años. Indiscutiblemente en Europa, como ya ha sucedido en EEUU, donde la gestión indexada va a superar a la activa. En la reflexión sobre por qué va a suceder esto, la principal culpa hay que encontrarla en los altos costes que tienen la gestión de los fondos de inversión respecto a la rentabilidad que ofrecen.

Esta semana, Grenergy cumplía 10 años como empresa cotizada. En este tiempo, ha multiplicado casi por 50 veces su capitalización. Tocó la campana a 1,38 euros. Hoy sus acciones superan los 65 euros y los expertos ven mucho más recorrido para ellas (77 de precio objetivo). "Somos la empresa que más ha crecido en la última década en España y la cuarta en Europa", comenta en una entrevista con elEconomista.es, el director de estrategia y mercado de capitales de Grenergy, Daniel Lozano. En los últimos diez años, solo superan su crecimiento en bolsa la sueca Fortnox y las alemanas Könner & Söhnen y Rheinmetall.

Uno de los motivos por los que los inversores vamos a seguir pagando múltiplos exigentes de bolsa en los mercados –recordemos que la americana roza los de burbuja, que son un 20% superiores a los de la media histórica, y la europea no ofrece descuentos– es la irrupción en las últimas décadas del capital riesgo como el hurón que ha diezmado el número de compañías listadas. La ley de la oferta y la demanda. A menos compañías cotizadas hay que pagar más por ellas al comprarlas en bolsa.

La tradicional pelea entre Santander y BBVA, entre rojos y azules, ha quedado desenfocada en los últimos catorce meses por la opa de los vascos sobre Sabadell. Nadie se acuerda ahora de que, antes de que los de Carlos Torres anunciara la intención de adquirir a los de Josep Oliu, el valor de BBVA en mercado se acercó sigilosamente al de Santander. Desde la formalización de la opa, la capitalización entre rojos y azules se ha vuelto a abrir hasta más de 30.000 millones de diferencia. Y lo previsible es que se vuelva a agrandar porque BBVA tendrá que mejorar la oferta para hacerse con Sabadell mientras Santander ha convencido al mercado de que es un banco más global, más anglosajón, y que vale más que la suma de las partes.

Al terminar el semestre toca hacer balance de la rentabilidad que llevamos acumulada en cartera en relación con los objetivos que nos habíamos marcado a comienzos de año para 2025. Si el seguimiento semanal frente a las expectativas me parece necesario; el mensual, esencial; el trimestral, indispensable; el semestral, como el anual, es obligatorio.

Opinión

La responsabilidad fiduciaria de los administradores es sacar el mayor rendimiento del valor de una compañía. Por ese motivo no encuentro nada reprochable a que los ejecutivos de Sabadell estén incumpliendo su compromiso de pasividad en una opa al escuchar que hay interesados en comprar su negocio británico, TSB. Por supuesto, será la CNMV quien tenga que vigilar si hay intromisiones en el artículo 28 de la ley de opas, que expresamente recalca que no se podrá proceder a la enajenación de activos sociales, cuando tales operaciones impidan el éxito de la oferta.

Opinión | Cortito y al pie del Ibex

El producto perfecto de inversión, en mi opinión, sería que te dejaran inmovilizado durante una década el capital de un fondo (sin entradas ni salidas) y pudieras construir una selección de compañías de crecimiento con una alta retribución al accionista. La experiencia me reafirma en que las compañías que son un híbrido perfecto entre crecimiento y retribución acaban generando a sus accionistas remuneraciones inimaginables con el paso del tiempo. En una cartera compuesta por títulos que hoy retribuyen a sus accionistas en torno al 4%, el retorno por la vía del dividendo se situará cerca del 10% anual si las compañías que componen la selección son capaces de crecer cada año a una velocidad de crucero de doble dígito.