Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

EEUU está sufriendo una situación que, probablemente, no aparecía en la libreta de pronósticos de ningún analista. El rápido deterioro de la posición fiscal del país, junto a las erráticas y controvertidas políticas de Donald Trump están provocando una situación casi inaudita. Los inversores empiezan a ver más riesgo en la deuda americana que en la española. Pero no solo eso, los inversores empiezan a comparar la deuda de EEUU con la de países como Grecia o Italia, cuya capacidad de devolver estos pasivos ha sido cuestionada en la historia reciente en varias ocasiones. El plan fiscal de Trump habla de recortes de impuestos, mientras que los de gasto brillan por su ausencia. Se prepara una política fiscal expansiva al tiempo que los mercados ya parten de una posición de tensionamiento elevada, con un dólar a la baja y la salida parcial de los inversores extranjeros de la economía de EEUU.

Kazajistán ha retado abiertamente a Arabia Saudí y a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (a la que Kazajistán pertenece en el marco de la OPEP+). Los kazajos no solo no van a recortar la producción de crudo (como pedía la OPEP), sino que la van a incrementar. Pues bien, la respuesta de Riad y el cártel no se ha hecho esperar: si el mercado ya estaba inundado de petróleo, ahora lo va a estar todavía más, hasta que todos los productores que incurren en mayores costes queden completamente ahogados. De la inundación controlada del mercado se podría pasar a una inundación descontrolada. Aún no es oficial, pero ya hay rumores que aseguran Riad estará detrás de este movimiento que podría anunciarse de forma oficial este mismo fin de semana.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se encuentra en una coyuntura extremadamente compleja. Este grupo de países productores amplió su cártel en 2016 con la intención de controlar mejor el mercado. Ese año se dio entrada a Rusia y Kazajistán para formar la OPEP+. Entre todos los países controlaban alrededor del 45-50% de la producción global. Parecía un plan perfecto. Sin embargo, hoy, esta ampliación está dinamitando el cártel y su estrategia. Pocas veces hay algún país que se atreva a desobedecer a Arabia Saudí dentro del cártel y si lo hacen es de forma velada, mostrando sometimiento con las palabras como mínimo. Esta vez es diferente. Kazajistán se ha rebelado y lo está haciendo de cara. Tras destrozar su cuota de producción (producir mucho más de lo acordado) durante varios meses, Riad dio un aviso serio a la exrepública soviética. Kazajistán, en lugar de ceder y prometer que reducirá su producción para acoplarse a las cuotas, ha retado a Riad y ha asegurado hace unas horas que no solo no va a reducir su producción sino que va a aumentarla: la guerra civil del petróleo ha estallado en el seno de la OPEP+.

Cuando todo el mundo mira a China y Estados Unidos, hay una economía que de forma silenciosa (siempre moviéndose entre dos aguas) sigue escalando posiciones y situándose como una gran potencia. La India ya ha superado a Japón en Producto Interior Bruto nominal medido en dólares corrientes, un hito que marca el ascenso imparable de una economía joven, dinámica y con enormes posibilidades de crecimiento. Aunque aún persiste el debate técnico sobre si el sorpasso es definitivo según distintas metodologías, el panorama general es indiscutible: la India está llamada a ocupar un papel central en la economía mundial. Impulsada por una población creciente, urbanización acelerada y una mejora gradual en productividad, no resulta descabellado anticipar que, en poco más de una década, el PIB de India podría equipararse a la suma combinada de dos titanes industriales tradicionales como Japón y Alemania. La cuestión no es si la India las va a superar, sino cuándo.

La economía de España está liderando el crecimiento en Europa. La producción se expande a un ritmo más que notable que ha llevado incluso a que España vuelva al 'top 12' de las economías mundiales en cuanto a tamaño de PIB. Sin embargo, un PIB más grande no es sinónimo de una mayor prosperidad para la mayoría de los ciudadanos. Es más, en ocasiones ni siquiera es sinónimo de mejora para nadie. En el caso de España, el crecimiento de la actividad sí ha resultado en mejorar leves para la población, pero estos avances no parecen haberse distribuido de una forma igualitaria, tal y como revela el último dato publicado por Eurostat de riesgo de pobreza y exclusión infantil. España ha empeorado ligeramente en este indicador en 2024, dejando una estampa reveladora: solo Bulgaria presenta un dato peor (por muy poco), mientras que el riesgo de pobreza infantil en España es hoy mayor que el de Rumanía. Parte de la explicación a este 'fenómeno' podría deberse al aumento de la población extranjera (con mayores tasas de fertilidad) que llega a España para ocupar los puestos en sectores con salarios relativamente bajos.

La maquinaria bélica que ha desarrollado Rusia desde que en febrero de 2022 invadió Ucrania ha cobrado tal tamaño que no hay forma de pararla sin que la economía rusa caiga por el precipicio. Al principio todo fue bien. El elevadísimo gasto en defensa ha generado una inercia en el PIB que ha dejado con la boca abierta a analistas y expertos con crecimientos más altos que los de Occidente (Rusia ha crecido por encima del 3% en los últimos años). Pero ahora resulta complicado mantener el ritmo sin desfallecer. Es como una rueda de hámster a toda velocidad. Si se detiene en seco, el hámster (la economía rusa) se dará un duro golpe... si continúa rodando, el hámster puede aguantar un tiempo, pero el final puede ser incluso peor. La opción óptima sería lograr una reducción de la velocidad de la rueda progresiva, pero esto es algo extremadamente complejo en una economía que necesita seguir gastando en maquinaria de guerra, que se enfrenta a grandes sanciones y que nunca ha destacado por su sofisticación.

Hay una región al otro lado del Atlántico que presume de flotar sobre un 'mar subterráneo' de petróleo. Si fuera un país, estaría entre los cinco mayores productores del mundo de crudo de forma holgada. Sin embargo, pese a la abundancia de este preciado líquido negro, su futuro está en peligro por otro líquido aún más valioso (es petróleo da dinero, pero este otro líquido permite la vida) y que allí parece ser totalmente escaso: el agua. En medio de un auge económico sostenido y una población creciente, uno de los estados más importantes de América se enfrenta a esta amenaza silenciosa, pero letal. Sin agua, Texas no podrá seguir protagonizando el impresionante ciclo de crecimiento económico que está convirtiendo a esta región en una de las más ricas del país y del mundo entero.

Como ocurre en el fútbol, dentro del universo de los banqueros centrales también hay fichajes de relumbrón y rumorología en torno a estos movimientos. Si el curso pasado el gran nombre en los titulares deportivos fue el del francés Kylian Mbappé por su desembarco en el Real Madrid, ahora el protagonismo en los financieros lo está teniendo su compatriota Christine Lagarde. No es nuevo el interés del Foro Económico Mundial (FEM), el célebremente conocido Foro de Davos por su reunión anual en esa localidad Suiza, en hacerse con la presidente del Banco Central Europeo (BCE) como presidenta ejecutiva. Un fichaje que estaba previsto para cuando la francesa termine su mandato en el banco central en 2027. Tras una dilatada carrera en política, instituciones y organizaciones multinacionales, Lagarde cerraría el círculo al ponerse al frente del FEM. Un círculo que no ha estado carente de críticas. Sin embargo, la abrupta y sorpresiva salida del que sería su predecesor en el Foro, Klaus Schwab, tras más de medio siglo al frente, ha acelerado los plazos y puesto a Lagarde en la tesitura de acortar su etapa al frente del BCE o renunciar a su prestigioso nuevo destino. La gran novedad en este 'culebrón' ha llegado con unas declaraciones en las que Schwab desliza que Lagarde estaría dispuesta a salir antes del BCE. Todo un terremoto mediático a una semana de una reunión clave para el banco central, desde un portavoz se ha apresurado a aclarar que que "la presidenta siempre ha estado plenamente comprometida a cumplir su misión y está decidida a completar su mandato".

El Banco Central Europeo (BCE) se reunirá la próxima semana para anunciar casi con toda probabilidad una nueva bajada de 25 puntos básicos (pb) los tipos de interés. Este recorte dejaría los tipos oficiales (la tasa de depósito, el más importante) en el 2%. La gran pregunta tras este movimiento es cuántas bajadas de tipos le quedan al banco central. Ya hay respuesta y no proviene de un avezado analista o de unas expectativas de mercado, sino que la respuesta la ha dado ni más ni menos que uno de los miembros más importantes del banco central, la cabeza pensante, el economista jefe Philip Lane. El irlandés ha asegurado que ya hay suelo para los tipos de interés y este se encuentra en el 1,5%. Por tanto, todo invita a pensar que, tras el recorte de junio, el BCE solo podrá ejecutar dos recortes de tipos de 25 pb más hasta llegar a este número mágico que ha quedado al descubierto.

Este lunes Lagarde sorprendió a todos en su intervención en el Centro Jacques Delors en la Hertie School en Berlín. La presidenta del BCE habló abiertamente de la debilidad a la que se ha visto sometido el dólar en "un mundo fracturado" y la oportunidad del euro de ganar influencia y "convertirse en una alternativa al dólar". Tras esto, la francesa prosiguió comentando el 'beneficio exorbitante' que supone para el dólar su estatus como moneda global. Sin embargo, los analistas mantienen sus dudas y creen que si bien el mayor protagonismo del euro parece un escenario inevitable, si no hay un cambio drástico de modelo económico y un compromiso de todos los países, las consecuencias pueden terminar siendo más negativas que positivas, pues sostener el sistema financiero mundial entraña grandes recompensas, pero también grandes peligros.