Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

La caída en picado de los precios del petróleo ya se ha cobrado su primera víctima. El desplome del crudo ha empezado a hacer mella en el frackig de EEUU, el gran rival de Arabia Saudí. Varias empresas de la Cuenca Pérmica ya han anunciado que van a recortar sus inversiones. Esto parece lógico. Sin embargo, algo más sorprendente es que la segunda víctima podría haber caído también, lo que demostraría que el plan de Arabia Saudí estaría saliendo casi a la perfección, al menos por ahora. Kazajistán se había negado a cumplir con las cuotas de producción de la OPEP+. El país estaba actuando por libre pese a pertenecer al cártel, lo que enfureció a Arabia Saudí y sus mayores aliados, que anunciaron como represalia dos drásticos aumentos de la producción de crudo para mayo y junio, poniendo el mercado de petróleo patas arriba (llevando al Brent a mínimos de 2021). El objetivo de Riad era mostrar a Kazajistán quién manda en el cártel y quién puede producir petróleo a menores costes. Al mismo tiempo, la estrategia sirva para 'limpiar' parte de la competencia, sobre todo la menos productiva. En unas pocas semanas, parece que ambos objetivos han comenzado a cumplirse.

El plan de Arabia Saudí para recuperar el mercado de petróleo (recuperar cuota) ya está en marcha. No solo eso, ya se pueden divisar las primeras víctimas de esta estrategia. El líder de facto de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha promovido un giro de timón en la estrategia del cártel: de los recortes de producción a la producción masiva. Este plan ha dado sus primeros pasos con los recientes anuncios del cártel en los que se ha propuesto incrementar la producción de crudo en 411.000 barriles diarios (tres veces más de lo previsto), un movimiento para deshacer años de recortes. La cuestión es que este movimiento llega en un momento en el que el mercado se encontraba ya bien abastecido gracias a todo el petróleo que bombea América (EEUU, Canadá, Guyana…). El resultado es un precio del petróleo que cae en picado y que se está llevando por delante a sus primeras víctimas: algunas petroleras de EEUU ya están echando el freno en la Cuenca Pérmica.

La economía de España acumula ya más de tres años creciendo a un ritmo muy superior que el del resto de la Unión Europea. Pese a que el PIB se ha expandido con mayor intensidad, el PIB per cápita, un indicador que refleja mejor el bienestar de la población, no ha logrado despegar 2024. Esto se debe a que la mayor parte del crecimiento económico del país ha sido producto de un aumento de los factores de producción (crecimiento extensivo), pero no de una mejora de la eficiencia y la productividad (crecimiento intensivo). Sin embargo, la expansión económica en 2024 fue de tal intensidad gracias a la potente generación de empleo y el auge del turismo, que este boom del PIB agregado ha terminado 'goteando' al PIB per cápita, lo que ha permitido que España recupere dos puestos en la clasificación de europea de este indicador para volver al top 15. España ha logrado rebasar en PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo (elimina la distorsión que generan los precios) a Eslovenia y la República Checa, dos países que en 2023 estaban por delante.

La OPEP ha pisado el acelerador. Lejos de ser un giro temporal al incremento petrolero de abril, le ha seguido otro más con un claro mensaje de Arabia Saudí: no está de farol y está dispuesto a inundar el mundo en crudo para evitar que los 'gorrones del petróleo' sigan incumpliendo las normas. Todo esto en un contexto en el que la baja demanda ha hecho claudicar a la alianza y reconocer que tras más de un año de una histórica restricción toca volver a producir como nunca. Este giro no solo ha provocado potentes caídas en el precio del barril, que han llegado a superar el 4% por momentos este lunes, sino que han hecho estallar todas las previsiones y los mercados se preparan para un horizonte de precios mucho más bajos de lo que creían hasta el momento.

Si hay una postura o actitud que de verdad aterra al mercado de petróleo (a los que apuestan por unos precios al alza) es la que ha mostrado hace escasos días Arabia Saudí, que puede resumir en la siguiente frase pronunciada por una fuente del reino: "Podemos convivir con un periodo de precios del petróleo bajos por mucho tiempo". Riad se ha cansado de asumir la mayor parte (en términos relativos y absolutos) de los recortes de la producción de petróleo. Estos recortes han mantenido el precio del crudo por encima de los 70 dólares durante los últimos años, un precio que ha sido aprovechado por supuestos aliados de Riad para producir más crudo (saltarse los acuerdos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y Rusia, más conocida como la OPEP+ por sus siglas) y aumentar sus ingresos. Ahora, Riad, que puede producir crudo a un coste muy bajo, ha dado un giro de 180 grados a su estrategia para abrir los grifos del crudo al máximo con un doble objetivo: castigar a los países incumplidores (que tendrán que resistir un periodo de bajos precios del crudo) y ganar cuota de mercado en detrimento de los productores de América.

Si hay algo que no se le puede negar a China es el ingenio y la perspicacia de su tejido productivo para llevar y vender su mercancía allá donde quiere. Antes de la guerra comercial con EEUU, las empresas chinas lo tenían relativamente fácil: solo tenían que producir los bienes que Occidente demanda en cada momento a un coste menor que sus competidores y con una calidad aceptable. Esta estrategia basada en bajos costes y una dotación de capital por trabajador creciente (la industria china ha ido escalando) ha servido para generar uno de los mayores superávits comerciales del mundo. Ahora que los aranceles buscan reducir con intensidad este superávit y la competitividad de los bienes 'made in China', los exportadores del gigante asiático están buscando fórmulas para seguir introduciendo parte de sus productos en EEUU.

Ya se veía venir hace unos días, pero hoy ya es oficial: la maquinaria industrial de China ha comenzado a griparse. El índice oficial de gestores de compras (PMI) del sector manufacturero se ha hundido hasta los 49 puntos en abril, marcando su peor nivel desde diciembre de 2023. El dato, publicado este miércoles por la Oficina Nacional de Estadísticas del país asiático, no solo queda por debajo del umbral que separa expansión de contracción (50), sino que rompe bruscamente con la lectura de 50,5 del mes anterior y supera en negatividad las previsiones del mercado, que esperaban 49,7. Es una señal inquietante del daño que la nueva guerra comercial con EEUU ya está provocando en el corazón productivo de la segunda mayor economía del planeta. Además, el golpe queda reflejado también en los precios del petróleo, que rompen la barrera de los 60 dólares en el West Texas y cae a los 62 dólares en el caso del Brent, lo que evidencia que la demanda de crudo se está reduciendo a marchas forzadas. Este descenso del precio del crudo es un claro síntoma de la debilidad que se espera a partir de ahora en la demanda china y probablemente a nivel mundial, derivada de la guerra comercial y el impacto sobre la confianza y expectativas de los agentes.