Economía

Los cinco puntos débiles de la economía española en la batalla contra una crisis diferente

  • El tejido productivo español está formado por empresas muy pequeñas...
  • ... que son muy vulnerables y tienen problemas para adaptarse a los cambios
  • Una parte importante de los ocupados no están preparados para teletrabajar
La bandera de España ondea en el castillo de Fuengirola, Málaga. Alamy

La crisis económica a la que se enfrenta el mundo por el impacto del coronavirus está generando caídas de la actividad económica sin precedentes en las últimas décadas. Aunque esto algo prácticamente generalizado, algunos países están mejor preparados que otros para afrontar la crisis y la posterior 'reconstrucción'. El caso de España es complejo, pues la economía escondía varios puntos débiles antes del impacto de esta recesión. Ahora, esta crisis, que parece diferente a todas las demás, amenaza con sacar a la luz todas estas vulnerabilidades. El resultado final puede suponer una crisis más intensa, con una recuperación más lenta, una mayor destrucción de empleo focalizada en los más vulnerables y unas cuentas públicas insostenibles.

ING: "La economía española es más sensible a sus efectos en comparación con otros países, ya que cuenta con una serie de vulnerabilidades"

Las debilidades de la economía española pueden sonar repetitivas, porque muchas de ellas son estructurales y volverán y suenan en cada recesión: un tejido productivo plagado muy pequeñas empresas, un mercado laboral precario, un capital humano con grandes carencias digitales y formativas o una gran exposición al turismo y la construcción. Este cóctel de vulnerabilidades no se puede corregir de la noche a la mañana, se necesitan años de políticas y reformas (educación, mercado laboral...) a 'largoplacistas' para dar un giro o al menos hacer más resistente la estructura económica de España.

La fuerte presencia de pymes

Steven Trypsteen, economista de ING para España y Portugal, comenta en una nota que "durante el bloqueo, la economía española es más sensible a sus efectos en comparación con otros países, ya que tiene una serie de vulnerabilidades". Por un lado, el tejido productivo español está plagado de microempresas y pequeñas firmas, que son las más vulnerables a casi cualquier tipo de shock y también suelen ser las últimas en beneficiarse de las políticas monetarias y fiscales que pretenden reducir el golpe.

Un informe publicado por Allianz asegura que antes del brote de coronavirus un 5% de las pymes españolas estaban estaban en riesgo de quiebra, ahora ese dato podría ascender hasta el 20%, mientras que en Italia alcanza el 21%, en Alemania un 9% y en Francia un 11%. Trypsteen aporta que "la investigación académica muestra que las empresas pequeñas son más vulnerables a los choques exógenos. Tienen recursos financieros, de gerencia y tecnológicos limitados. Por eso, por ejemplo, es más difícil para las pequeñas empresas responder a la crisis con soluciones tecnológicas como el teletrabajo".

Los últimos datos publicados por Eurostat corroboran la vulnerabilidad del tejido productivo español. El 94,5% de las empresas son micro (menos de diez empleados) y ocupan al 40,8% de los trabajadores, mientras que el 4,8% son pequeñas (entre 10 y 49 empleados) y ocupan al 19,6% de los empleados, el 0,6% son medianas, dando empleo al 13,5% y el 0,1% son grandes (más de 250 empleados) y dan trabajo al 26,1% de los ocupados. Además, estas empresas grandes suelen ser las que se encuentran más cerca de la frontera tecnológica, son más productivas y remuneran a sus empleados con unos salarios medio más elevados. En países como Alemania, Dinamarca, Austria, Países Bajos o Finlandia, estas firmas de más de 250 empleados emplean alrededor del 35% de los ocupados, casi diez puntos porcentuales más que en España. Igualmente, en todos estos países las empresas medianas tienen un peso muy superior al de España.

Un mercado laboral precario

Por otro lado, el experto de ING destaca la vulnerabilidad de los trabajadores más precarios y los que se encuentran dentro de la economía sumergida y que, por ende, no cuentan con ninguna protección social en estos momentos de paralización absoluta de la actividad. En España, la economía sumergida se acerca al 20% del PIB según los cálculos del FMI. A estos datos habría que sumar como trabajadores vulnerables a los 4,2 millones de ocupados con contrato temporal, que corren mayor riesgo de ver finalizada su relación laboral con la empresa, y los 2,8 millones de ocupados con contrato a tiempo parcial, cuyos salarios mensuales ya son inferiores a la media y cualquier cambio en su jornada o en su retribución por hora puede complicar su subsistencia. Aunque España no destaca en Europa por la cantidad de trabajadores a tiempo parcial, sí lo hace por la cantidad de ellos que lo ejercen de forma involuntaria porque no logran tener una jornada completa. Este porcentaje supera el 56% de todos los trabajadores a tiempo parcial.

El sistema educativo y los niveles de formación también están muy relacionados con la precariedad laboral y la capacidad de adaptación del capital humano cuando la economía se enfrenta a un shock externo. El elevado porcentaje de abandono escolar (España lidera esta clasificación en la UE) y la enorme proporción de personas que solo tienen la ESO o menos supone que millones de personas carecen de las competencias suficientes para afrontar grandes cambios como la digitalización, un proceso que podría acelerarse en situaciones extremas como la actual en las que se debe reducir el contacto humano lo máximo posible. Los datos de Eurostat muestran que el 39% de la población española en 25 y 64 años ha alcanzado como máximo la educación secundaria inferior (la ESO en España), frente al 28,2% de la zona euro. Solo Portugal con un 45% supera a España dentro de la Eurozona.

Esto genera una escasez de trabajadores para ocupaciones técnicas o profesionales con unas competencias precisas y profundas (como las que ofrece la formación profesional), en tecnologías de la información, ciertos tipos de ingeniería, conocimientos informáticos y electrónicos, "lo que refleja las reducidas habilidades digitales en España respecto a otros países", explicaba la OCDE en unos de sus últimos informes.

El boom del sector de la construcción en los primeros años del nuevo milenio creó una fuerte demanda de trabajadores con baja formación, muchos de los cuales se convirtieron en desempleados cuando el sector colapso durante la crisis. Incluso tras el desplome del sector de la construcción, la economía española sigue mostrando una inclinación mayor, que los países vecinos, hacía las profesiones que requieren menor cualificación. Esto sigue jugando en contra cuando se trata de adaptar la fuerza laboral a grandes cambios que requieren de la tecnología o de habilidades concretas.

Solo las personas con una formación y unos conocimientos digitales adecuados pueden teletrabajar, lo que deja a una parte importante de los ocupados en una situación muy vulnerable. También, el reciclaje de las habilidades de ese sector de la población resulta complejo como se demostró tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008. Ni siquiera tras años de crecimiento económico, el tejido productivo pudo absorber toda la destrucción de empleo de aquella época.

Sectores muy vulnerables

Una parte importante del empleo destruido tras el boom de la construcción fue absorbido por la hostelería y el turismo, que con el impacto del coronavirus han pasado de ser una fortaleza y a ser una debilidad para la economía española. Tanto el turismo como la hostelería son sectores que necesitan de la libertad de movimiento, de las relaciones personales y del contacto con otros seres humanos, lo que pone a estos sectores en el ojo del huracán hasta que la situación se normalice por completo. Mientras que otros sectores pueden amoldar su forma de trabajo a esta nueva situación, el turismo y la hostelería lo tienen prácticamente imposible.

Además, el sector del turismo, que en España emplea a más de tres millones de personas, necesita de media alrededor de 19,4 meses para recuperarse de las epidemias, según el World Travel and Tourism Council, más incluso que los 11,5 meses necesarios para recobrarse de ataques terroristas. Las aerolíneas, las empresas de cruceros, los hoteles, los restaurantes y los sectores asociados en sus cadenas de suministro sufrirán durante las próximas semanas y meses y necesitarán al menos hasta el próximo verano para normalizarse, explica Aditya Khowala, gestor de fondos de Fidelity.

Una deuda pública elevada

Por último, los ya elevados niveles de deuda pública podrían reducir el margen de maniobra si no se opta por soluciones como los eurobonos. La deuda pública roza el 100% del PIB en estos momentos, pero el previsible desplome de los ingresos públicos por el parón de la actividad y las medidas para paliar el golpe de la recesión podrían llevar la deuda pública hasta el 130% del PIB en en poco más de un año, según el escenario más pesimista de los economistas de Jefferies.

Un tejido productivo lleno de pequeñas empresas, con una parte importante del capital humano que presenta ciertas deficiencias formativas para adaptarse a las circunstancias actuales, un mercado laboral dual (con unos trabajadores mucho más desprotegidos que otros), el elevado peso del turismo y la hostelería en la economía (sectores golpeados por la crisis) y unos niveles de deuda pública ya altos de partido, convierten a España en unos de los países más vulnerables de la zona euro ante esta crisis que ya ha comenzado.

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