Economía

Trump consigue su objetivo de hablar directamente con Xi Jinping, aunque por teléfono

  • Ambos líderes acordaron eliminar las medidas "negativas" que incrementaron la tensión comercial 
  • Los presidentes de las dos potencias están dispuestos a mantener más conversaciones
  • El magnate asegura que mantuvo una "excelente" conversación con Xi
Encuentro entre Trump y Xi en el año 2019. /Foto: Reuters.

El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, dijo tras las reuniones que mantuvieron los técnicos chinos y estadounidenses en Ginebra a mediados de mayo que solo una conversación entre Xi Jinping y Donald Trump podrían allanar el camino para avanzar en las negociaciones de la guerra arancelaria entre las dos potencias. Dicho y hecho, ambos líderes consiguieron mantener este jueves una conversación telefónica, según la agencia de noticias oficial china Xinhua, a petición del presidente estadounidense.

Según informan fuentes oficiales de China, ya que son las únicas que han hecho declaraciones al respecto de este contacto entre los líderes, Xi habría dicho a Trump que era necesario eliminar las medidas "negativas" que incrementaron las tensiones en el comercio entre las dos economías más grandes del mundo, explicaban en la televisión pública china CCTV.

Asimismo, el ministerio de Exteriores chino informó que la llamada se inició a petición de Trump. El magnate aseguró que mantuvo una "excelente" conversación con su homólogo chino, centrada en cuestiones comerciales y con un resultado "muy positivo" para ambas potencias.

"Acabo de concluir una excelente conversación telefónica con el presidente Xi de China, en la que abordamos algunos de los detalles de nuestro reciente acuerdo comercial", ha anunciado Trump a través de la cuenta de su propia red social, Truth Social, donde dijo que la llamada duró aproximadamente una hora y media y tuvo un resultado "muy positivo para ambos países".

Asimismo, Trump anunció que los equipos de ambos países se reunirán "en breve" en un lugar que todavía está por determinar. La delegación estadounidense estará formada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent; el secretario de Comercio, Howard Lutnick; y el representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer.

Esto contrasta con lo que el líder norteamericano escribió el día previo a estas conversaciones. El presidente estadounidense había declarado a través de sus redes sociales que estaba siendo difícil pactar con el líder chino: "Siempre me ha gustado el presidente Xi de China y siempre me gustará, pero es MUY DURO y EXTREMADAMENTE DIFÍCIL pactar con él", aseguraba.

Este es el primer contacto formal que tienen ambos líderes desde que Trump llegó a la Casa Blanca. La última vez que habían hablado fue en enero, antes de que el magnate tomase posesión de su cargo como presidente de Estados Unidos.

El líder chino, a pesar de la insistencia de Trump de mantener conversaciones directas con él para solucionar esta guerra arancelaria, hasta el punto de decir que era la única opción, se mantuvo reacio a contactar telefónicamente con el Despacho Oval y prefiere que sus asesores negocien estas cuestiones clave en materia de Comercio.

En lo que respecta al contenido de la conversación, los medios públicos chinos aseguraban que Xi dijo que China había cumplido con los términos del acuerdo comercial que ambos países habían alcanzado en sus conversaciones en Ginebra, incluso aun cuando los funcionarios estadounidenses se quejaron de que los controles de exportación de tierras raras no se habían levantado con la suficiente prontitud.

Actualmente, el acuerdo que hay entre China y EEUU es una especie de "pausa" de aranceles, en la que EEUU se compromete a rebajar por tres meses sus tarifas de entrada de productos chinos del 145% al 30%. Por su parte, China, bajaría los suyos del 125% al 10%. Este sería el primer paso para llegar a un acuerdo comercial más amplio. Este es el objetivo de Trump, nivelar la balanza económica con China a través de un acuerdo, presionando al gigante asiático con duros aranceles para que se abriesen líneas de negociación, pero Pekín no se lo está poniendo nada fácil.

Todo por las tierras raras

Las tensiones entre ambas potencias siguen en plena efervescencia y en los últimos días se volvieron todavía más palpables, precisamente, por las tierras raras. Estados Unidos acusó a China de incumplir su promesa de relajar sus estrictos controles de exportación sobre estos minerales necesarios para la industria tecnológica y la fabricación de componentes como baterías eléctricas o placas solares.

Por su parte, desde Pekín mostraron su malestar ante las nuevas restricciones estadounidenses a la venta de software de diseño de chips y los planes que tenía Trump para restringir los visados a los estudiantes chinos.

Precisamente, estos puntos serían los que los técnicos chinos y estadounidenses abordarán en futuras conversaciones para el acuerdo comercial, tras el acuerdo de Ginebra de rebajar durante 90 días esos aranceles punitivos que prácticamente anulaban el comercio entre ambas potencias.

Si se pone la vista atrás, en 2018, cuando Trump inició su ofensiva hacia China durante el primer mandato, se ve que las negociaciones van a tardar en llegar. Por aquel entonces, ambas potencias habían acordado, tras una larga ronda de negociaciones, "pausar" la disputa comercial. Pero, tal y como acostumbra Donald Trump, por la mañana se hizo el anuncio y por la tarde de ese mismo día, retrocedió y dio por nulas todas las negociaciones, lo que se tradujo en 18 días de aranceles adicionales y negociaciones antes de la firma del Acuerdo "Fase Uno" en enero de 2020.

Por la parte china, lo que quieren es que Estados Unidos rebaje su control sobre la exportación de microchips modernos, esenciales para el desarrollo de la Inteligencia Artificial y la tecnología militar. Algo que Washington no está muy por la labor de ceder, por lo que las fricciones surgirán por este punto. Además, tanto Republicanos como Demócratas coinciden en aplicar el proteccionismo a estas tecnologías basándose, como es usual, en la "amenaza seguridad nacional".

A pesar de esto, otro de los objetivos de Donald Trump es reindustrializar Estados Unidos y que la balanza comercial entre ambas potencias se nivele. Actualmente, el desequilibrio que hay es de 295.000 millones de dólares (cifras de 2024), según la Oficina de Censos de EEUU.

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