
"Hay décadas en las que no pasa nada, y semanas en las que pasan décadas". La famosa frase de Lenin podría haber sido escrita para describir lo acaecido en las últimas semanas. En cuestión de horas, los líderes europeos han sido sacudidos por una serie de acontecimientos que podrían marcar un punto de inflexión en la historia reciente: las negociaciones entre EEUU y Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania, seguidas de las duras críticas del vicepresidente estadounidense JD Vance contra Europa. En respuesta, los principales mandatarios del continente se han reunido de urgencia en París para discutir el nuevo panorama geopolítico. Todo hace indicar que nada va a volver a ser lo mismo, al menos lo mismo que se ha podido ver en los últimos 40-50 años. Se acabó el conocido como 'dividendo de la paz': EEUU no está dispuesto a seguir 'pagando' de forma individual la defensa de toda la OTAN y los aranceles podrían convertirse en la salsa que dé un amargo sabor a toda esta combinación de elementos que, a primera vista, están trayendo un mundo mucho más incierto y polarizado. Jim Reid, célebre economista de Deutsche Bank, lo define así: "Los últimos días podrían fácilmente marcar un importante punto de inflexión en el futuro de Europa".
El economista de Deutsche Bank ha revisado esta coyuntura en su último análisis para clientes y ha puesto en perspectiva el gasto en defensa a lo largo de la historia. Su gráfico sobre el Reino Unido muestra cómo el presupuesto destinado a las fuerzas armadas se disparó en tiempos de guerra, superando con creces lo que se invertía en educación y sanidad. "Incluso en la década de 1950, cuando la Segunda Guerra Mundial había quedado atrás, el gasto en defensa era mucho mayor que hoy", señala Reid. Con el paso del tiempo, el 'dividendo de la paz' permitió a los gobiernos desviar fondos hacia el estado de bienestar. "El Reino Unido ahora gasta seis veces más en salud y educación que en defensa", destaca el economista.
Sin embargo, esta tendencia no es exclusiva del Reino Unido. Según datos del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), el gasto global en defensa en 2023 alcanzó los 2,2 billones de dólares, con EEUU a la cabeza, destinando más del 3,5% de su PIB a su presupuesto militar, unos datos que quedan muy lejos del gasto en partidas como sanidad y gasto social en general. Pero esto podría ser ya cosa del pasado.

Esta calma podría estar a punto de revertirse si no ha comenzado a hacerlo ya. La geopolítica y los conflictos bélicos parecen cíclicos, y lo único que es cierto es que este ciclo de la paz (ojalá se extiende sine die) ha sido extremadamente largo. Lo que es seguro es que el gasto en defensa, un buen indicador de lo que puede venir después, ha comenzado a subir con intensidad y la previsión es que siga aumentando. El gasto de defensa de la UE alcanzó los 326.000 millones de euros en 2024, según la Agencia para la Defensa Europea.
Al mismo tiempo, el IISS ha publicado que en 2024, el gasto mundial en defensa reflejó la intensificación de los desafíos en materia de seguridad y alcanzó los 2,46 billones de dólares, frente a los 2,24 billones de dólares del año anterior. El crecimiento también se aceleró, con un aumento del 7,4% en términos reales que superó los aumentos del 6,5% en 2023 y del 3,5% en 2022. Como resultado, en 2024, el gasto mundial en defensa aumentó a un promedio del 1,9% del PIB, frente al 1,6% en 2022 y el 1,8% en 2023. El propio Financial Times publica este miércoles un extenso reportaje en el que da algunas pistas de lo que deberá hacer Europa para poder defenderse en este nuevo contexto. Parece que todo gira ahora en torno a lo que puede suceder y lo que tiene que hacer Europa para prepararse. El gráfico de Deutsche Bank es una señal de lo que puede suceder.
Todo lo anterior resulta inquietante. La historia sugiere que la tendencia podría estar a punto de revertirse. "Parece cada vez más claro que el gasto en defensa tendrá que aumentar", advierte Reid. Con el mundo entrando en una fase de creciente incertidumbre, las preguntas sobre cómo se financiará este nuevo impulso militar se vuelven inevitables. "Quizás las limitaciones presupuestarias actuales hagan que los gobiernos piensen dos veces antes de involucrarse en conflictos costosos", reflexiona el analista de Deutsche Bank.
Pero, al mismo tiempo, esa misma falta de preparación podría ser vista por actores con ambiciones expansionistas como una oportunidad para avanzar sin gran resistencia. La invasión de Ucrania por parte de Rusia, las crecientes tensiones en el mar de China Meridional y el rearme de varias potencias europeas sugieren que el mundo está entrando en una nueva era de rearmes y alianzas estratégicas. La OTAN, por ejemplo, ha instado a sus miembros a aumentar su gasto militar al 2% del PIB o más, un umbral que aún muchos países europeos no han alcanzado, entre ellos España, que es el país que menos gasta de la OTAN. ¿Estamos en el umbral de una nueva era de conflictos globales? La historia, una vez más, parece repetir sus ciclos, y la posibilidad de un futuro marcado por una mayor militarización parece más real que nunca.
El caso de Europa preocupa especialmente a los analistas, ya que existe una sensación generalizada de que el Viejo Continente ha 'externalizado' su defensa en EEUU y ahora el signo de los tiempos es otro. Aunque Barack Obama ya pidió 'elegantemente' en 2016 a sus socios europeos que invirtieran más en defensa, dejando caer que EEUU no podía con 'todo', la llegada de Donald Trump ha acelerado estas demandas. La 'tormenta' es casi perfecta: Europa es un lugar mucho más peligroso (el conflicto en Ucrania no deja de ser en suelo europeo) y Washington no quiere gastar tanto en defender a sus antiguos socios. El reciente discurso del Secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, ante los miembros europeos de la OTAN ha sido una llamada de atención para los políticos de la UE. Según Hegseth, EEUU sigue comprometido con la OTAN, pero en el futuro ya no se centrará principalmente en la seguridad de Europa. En consecuencia, los europeos tendrán que asumir en el futuro la responsabilidad de su propia seguridad convencional.
Llevar el gasto militar al 5% del PIB
"Esto significa que, dentro de unos años, las fuerzas armadas de los miembros europeos de la OTAN deberán ser lo bastante fuertes como para disuadir de forma creíble un posible ataque convencional de Rusia sobre los países bálticos, por ejemplo. Como la mayoría de los países de la OTAN no tienen actualmente esta capacidad, es necesaria una inversión masiva en defensa. En este contexto, el gobierno estadounidense ha pedido que en el futuro se invierta el 5% del PIB en defensa.
Al final, esto podría suponer un 4%, el doble de lo que gastan actualmente la mayoría de los países", explica Jörg Krämer, estratega de Commerzbank, en un informe para clientes. Siguiendo con el ejemplo de Alemania, a fin de cuentas la mayor economía del bloque pese a su crisis, para cerrar esta brecha las autoridades tendrían que recortar su gasto civil en una cuarta parte, continúa Krämer. "Esto sería difícilmente factible desde el punto de vista político, incluso si existiera un margen considerable para ahorrar en gastos sociales o en la a menudo ineficiente política climática", apostilla.
Por eso, apunta el experto, lo más probable es que la mayoría de los miembros europeos de la OTAN aumenten significativamente sus déficits presupuestarios para dotarse de capacidad de defensa. La solución más tentadora para muchos países del sur de Europa y Francia, prosigue Krämer, sería financiar el rearme mediante deuda europea conjunta. Un modelo para ello sería el Fondo de Recuperación tras el covid, con su volumen original de más de 800.000 millones de euros, que se puso a disposición de los Estados miembros en forma de subvenciones y préstamos a fondo perdido.
Sin embargo, matiza el economista alemán, la mutualización de la deuda diluiría la elevada calificación crediticia de los países del norte de la unión monetaria, razón por la cual es muy impopular allí. "Para crear el impulso político suficiente para una nueva emisión conjunta de deuda, se requiere una crisis mucho más profunda que la que estamos viviendo actualmente", tiene claro el analista de Commerzbank. El escenario que sí ven más factible desde la entidad germana es el de una mayor relajación de las normas fiscales de la UE que encuentre poca resistencia política. La Presidenta de la Comisión Europea, von der Leyen, declaró este fin de semana en la Conferencia de Seguridad de Múnich que el aumento del gasto en defensa no fracasará por culpa de las normas fiscales y propondrá activar cláusulas nacionales de escape para el gasto en defensa.
Desde Capital Economics, su economista jefe para Europa continental, Jack Allen-Reynolds, cree que los gobiernos de Europa sean los que más aumenten su gasto en defensa, con las grandes potencias como Alemania y Francia decididas a aumentar su gasto, pero alerta de que los gobiernos que están más alejados geográficamente del conflicto entre Ucrania y Rusia y que ya no están alcanzando el objetivo de la OTAN podrían ser menos proclives a hacerlo. Es el caso de España. El informe de la casa de análisis británica señala que, mientras Polonia gastó más del 4% del PIB en defensa el año pasado, y Grecia el 3%, Portugal, Italia, Bélgica y España gastaron algo menos que el 2% que se ha venido empleando como referencia.
"Elevar el gasto en defensa al 5% del PIB que ha propuesto el presidente Trump es una perspectiva muy lejana. Pero para que la capacidad de defensa de Europa cambie de forma significativa, el gasto tendría que aumentar sustancialmente. Si todos los miembros de la OTAN de la eurozona aumentaran su gasto en defensa hasta el 3% del PIB, por ejemplo, eso equivaldría a un aumento del gasto del 1% del PIB de la eurozona. El aumento necesario para conseguirlo sería mayor en España y Bélgica", avisa Allen-Reynolds.
Desde la casa de análisis británica defienden que la mejor fórmula para este rearme es que la UE recurra a préstamos para financiar un gasto adicional en defensa, lo que tendría al menos tres ventajas: "Para muchos gobiernos sería más barato, todos los países podrían beneficiarse de las economías de escala derivadas de las compras conjuntas de la UE y reduciría el oportunismo de los gobiernos menos inclinados a gastar más". "Históricamente, ha habido una fuerte resistencia a la obtención de más préstamos por parte de la UE y es poco probable que esto cambie en el corto plazo, al menos en una escala que reduzca significativamente la carga sobre las finanzas de los gobiernos nacionales. Pero la respuesta del bloque a la pandemia muestra que las actitudes pueden cambiar muy rápidamente en tiempos de crisis", cierra Allen-Reynolds. Hay semanas en las que pasan décadas.